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Greene perdió el récord entre los 10 y los 20 metros de carrera

Santiago Segurola

Maurice Greene se ajustó en su victoria en los 100 metros (9,80 segundos) al manual de la curva de aceleración y desaceleración, según una parábola que alcanzó su mayor altura entre los 50 y 60 metros. Ese tramo lo cubrió en 0,84 segundos con una velocidad de 42,85 kilómetros por hora, según los datos a los que ha tenido acceso este periódico. Según el técnico Valentín Rocandio, que analizó los datos obtenidos por la Unidad de Biomecánica adscrita al Consejo Superior de Deportes, "su carrera cumplió punto por punto las leyes de la aceleración y la caída de velocidad que se suele producir en el último tercio de la carrera de 100 metros. Lo más reseñable es que la pérdida que se produjo en ese tramo fue muy pequeña. Pero eso es lo que cabe esperar en el mejor velocista del mundo".De la información se deduce que Bruny Surin ganaba por una centésima a Greene en el paso por los 60 metros: 6,38 segundos frente a los 6,39 del estadounidense. Esta última marca es la que figura como récord mundial de 60 metros en pista cubierta. Pero ninguno de los dos se acercó al parcial de Ben Johnson en Seúl, donde corrió los 100 metros en 9,79 segundos, registro invalidado tras dar positivo en el control antidopaje de aquellos Juegos. Johnson pasó por los 60 metros en 6,33 segundos. Es decir, cinco centésimas menos que Surin y seis menos que Greene, actual plusmarquista mundial con 9,79 segundos (el mismo tiempo que Ben Johnson en Seúl). Del récord que logró Greene en mayo, no existen datos que analicen sus tiempos parciales cada diez metros. Por eso, la marca de Johnson en Seúl sirve como referencia para comparararla con la de Greene en Sevilla, donde éste logró el segundo mejor tiempo de la historia.

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Los expertos consideran que a partir de determinado momento no es posible acelerar más. Ese instante no responde a un instante concreto de la carrera. "Generalmente sucede poco después de los 60 metros", dice Rocandio. Sin embargo, algunos atletas han sido capaces de desafiar a la curva de aceleración, o retrasar al máximo la pérdida de velocidad. El caso más célebre es el de Carl Lewis en los Mundiales de Tokio, donde ganó con 9,86. Su pico máximo se registró entre los 70 y 80 metros, más tarde de lo normal. Y nadie ha alcanzado la velocidad de Lewis en aquel pico: 0,83 segundos en los diez metros del 70 al 80. O lo que es lo mismo: 43,373 kilómetros por hora. El problema de Lewis radicaba en su discreta puesta en acción. En Tokio pasó por los 60 metros en 6,46 segundos. Cedió por lo tanto 13 centésimas con respecto a Johnson en Seúl (6,33s), ocho con relación a Surin en Sevilla (6,38) y siete con Greene en Sevilla (6.39s).

Si Johnson aprovechó como nadie su capacidad de aceleración, Lewis solía responder con los mejores 30 metros finales. Greene es la regularidad, y pierde menos velocidad que nadie en el segundo parcial. Y es mucho más rápido que Lewis en el arranque.

La principal laguna de Greene se produjo en el comienzo, entre los 10 y los 20 metros, donde hizo 1,03 segundos frente al segundo justo que marcó Surin. Tres centésimas de diferencia en esa fase inicial de la carrera son significativas. Greene perdió allí un récord del mundo. Quizá haya que creer a Greene cuando dijo que se había desequilibrado levemente tras los tres primeros pasos, porque en los diez primeros metros sacó dos centésimas a Surin (1,86 segundos frente a 1,88). Si la progresión hubiera sido normal (si Greene no se hubiera visto afectado por el desequilibrio) el nuevo récord se habría situado en 9,77. Especulaciones aparte, el propio Greene considera que su techo actual está marcado por el 9,76.

Greene se igualó con Surin en el paso por los 70 metros. Los dos cruzaron esa línea imaginaria en 7,24 segundos. Los últimos treinta metros los dominó Greene, que tuvo mejores parciales (1,70 segundos entre los 70 y los 90 metros frente a 1,72 del canadiense). Y la separación definitiva se produjo en los diez últimos metros, a pesar de que Surin se tiró sobre la raya para arañar alguna centésima a Greene. No sólo no lo consiguió, sino que salió perjudicado: hizo dos centésimas más que el estadounidense en ese último parcial.

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