Francia y el progreso de España
La parisina Jacqueline Brosse recorrió en coche diferentes lugares de la España de hace 50 años. "Qué calamidad, cuánta miseria", comenta al recordar aquel viaje. Ahora, establecida en San Juan (L"Alacantí) junto a su marido alicantino, califica de "enorme" el progreso de la Comunidad Valenciana en el marco de la Unión Europea. Jacqueline se declara fascinada por cuántas cosas han cambiado a mejor aquí desde la llegada de la democracia y por eso, aunque se muestra crítica con algunos aspectos de la Comunidad Valenciana y sus habitantes, siempre reconoce que habrá tiempo para que este trozo del sur de Europa se ponga al nivel de sus vecinos del norte. Jacqueline conoció en aquel viaje a familias "muy pobres y muy humildes, que trabajaban pero no tenían dinero para comprar una nevera o un televisor", narra. "No me gusta lo que le hizo Franco a este país", concluye esta parisina que fue una destacada sindicalista cuando trabajaba. Ahora todo ha cambiado: la construcción, la economía, la llegada del turismo, el desarrollo de las zonas rurales... "Todo eso lo ha traído la democracia", apunta. Jacqueline, que tanto viajó en su juventud, se ha establecido ahora en la Comunidad Valenciana e intenta adaptarse, aunque haya muchas situaciones y actitudes que choquen. "Aquí siempre me han tratado bien, pero echo de menos mi forma de vida", señala. Nota muchas diferencias con Francia. La primera, que los valencianos son menos formales que los franceses. "No tienen mala intención, pero si surge la oportunidad de estafarte, lo hacen", asegura. También los jóvenes son diferentes. "Aquí beben mucho y lo hacen en grupo, con lo que hacen cosas que no se atreverían a hacer si estuvieran sobrios y solos", apunta, y recuerda cuando tuvo que esperar a que una pareja dejara de hacer el amor sobre el capó de su coche para poder hacer uso de él. Y luego está la envidia genuinamente española, que en la Comunidad Valenciana encuentra más acusada. "No puedo entender ese rasgo del carácter de los valencianos: orgullosos y envidiosos hasta dentro de su propia familia. Se critica mucho a los vecinos", expone. No obstante, la alegría de la gente de estas tierras puede con todos estos defectos, aunque Jacqueline advierte que los andaluces son igual de alegres, pero más de fiar que los valencianos. Lo que más le gusta. El clima. Jacqueline considera que, pese al intenso calor del verano, el tiempo es muy beneficioso para las personas de edad avanzada. Le encanta la combinación entre mar y montaña. Lo que menos. Que todavía exista la costumbre de tirar las cosas al suelo. "Francia, sin llegar a los extremos de Suiza o Alemania, es más limpia en ese sentido", expone. También sigue notando alguna que otra negligencia en la administración pública. No obstante, conoce España y lo comprende. "Ha experimentado un progreso tan rápido que no se puede exigir mucho más", señala. Lo que más le chocó al llegar. La primera España que conoció Jacqueline fue la de la posguerra, y le chocó la pobreza en la que estaba sumido el país. Cuando volvió para vivir su jubilación con su marido en 1986 le sorprendió justo lo contrario: el esfuerzo realizado para entrar en la modernidad. Así nos ve. Muy simpáticos, pero con un temperamento un tanto superficial en comparación con el norte de Europa. Lo explica: "La gente aquí se pone una camisa blanca y se va a comer al restaurante aunque al día siguiente no tenga más que para comer un bocadillo". También muy alegres, pero menos trabajadores que en el norte, algo que atribuye al calor.
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