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El traslado de los rumanos arranca con la mudanza de 15 familias a un erial

Los gitanos rumanos del camino de San Roque (Fuencarral) empiezan a ser realojados por las instituciones. De los 200 que vivían ahí, 15 familias (48 personas) fueron trasladadas ayer al campamento vallecano de la cañada de los Canteros, un páramo sin sombra próximo a un vertedero y a un poblado chabolista. Otros 200 se marcharon por su cuenta el pasado fin de semana a la costa a vender la revista La Farola y su realojamiento corre peligro.

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Los 48 rumanos alojados en la cañada de los Canteros (30 adultos y 18 niños) supieron que les trasladaban nada más levantarse, al comunicárselo los trabajadores sociales de la Comisión Católica de Migraciones y Cruz Roja. Estas organizaciones no quisieron avisarles antes para evitar la llegada de nuevos inmigrantes. Sólo cinco familias hicieron la mudanza en sus coches y furgonetas. El resto, al carecer de vehículo, montó en un autobús habilitado por el Ayuntamiento de Madrid y trasladó sus pertenencias en un camión municipal.Poco después llegaban en caravana a su destino: un campamento cercado por una malla metálica y formado por 15 tiendas de campaña (una por familia) y por tres prefabricados para servicios comunes. Allí les esperaban los siete monitores de Comisión Católica, que desarrollarán con ellos un programa de trabajo social durante los tres meses que permanezcan en el asentamiento. Uno de los prefabricados servirá de comedor y cocina. En él, cada familia dispone de un pequeño fuego eléctrico y de una fregadera. El segundo alberga lavabos, duchas, retretes y lavaderos, y el tercero se utilizará para las actividades sociales. Las tiendas tienen luz y enchufes.

Marcha tranquila

La mudanza fue tranquila. Sólo se produjo un rifirrafe cuando cuatro familias de las 12 no censadas y excluidas de los realojamientos intentaron entrar al campamento y sus responsables lo impidieron. A media tarde se celebró una asamblea para tratar sobre las normas básicas de limpieza y convivencia del núcleo.Stefan Constantin, de 25 años y padre de dos niños, inspeccionaba las cocinas con agrado. "Está muy bien, me gusta porque hay electricidad y limpieza, lo malo es que yo no tengo coche y ahora, para ir a Madrid a vender La Farola, voy a tener que comprar dos billetes, uno de autobús para llegar a la ciudad y otro de metro. Tampoco sé donde comprar ahora comida", aseguraba.

En la zona no hay tiendas, sólo alguno de esos bares de extrarradio en los que se vende de todo. Para llegar a la parada del autobús en la que estacionan los autocares que van a Rivas-Vaciamadrid y Arganda del Rey, hay que caminar una media hora.

Dumintru Jana, de 38 años, está satisfecha con el lugar en el que le han alojado con su marido y su hijo, pero también se preocupa por el transporte. "Este sitio es mucho mejor que Malmea", comenta.

La marcha de 200 rumanos ha trastocado los planes oficiales. Éstos comprendían 355 inmigrantes y no sólo los 150 que han quedado en San Roque (hay otros 50, pero están excluidos del proyecto porque llegaron después de elaborarse el censo de inmigrantes). Por ahora, en lugar de los cuatro campamentos previstos se habilitarán sólo dos, el de los Canteros y el de la Ciudad Escolar de San Fernando, en Fuencarral, donde se prevé trasladar, el jueves o el viernes, a 80 personas.

El asentamiento levantado en el camino del Espinillo (Vicálvaro) quedará en reserva, según aseguró ayer el presidente regional en funciones, Luis Eduardo Cortés. En este asentamiento, las instituciones podrían alojar a los 50 no censados. Asimismo, Cortés descarta la construcción del cuarto campamento proyectado en el camino de San Roque, justo en el lugar donde han vivido estas familias desde que el 10 de julio fueron expulsados del poblado de Malmea.

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