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Reportaje:

Hormigón cubano

RETRATOSTiene la misma dureza que el material que ha empleado para construir más de 340 obras en Cuba: el hormigón. Pedro de Mena, un ingeniero octogenario de La Habana, decidió venirse a España en 1966 después de que el Gobierno le nacionalizase la empresa que había construido las estructuras de algunos de los edificios más emblemáticos de su ciudad. Pero el exilio voluntario no le deparó nada malo. Tras llegar a España, junto a su esposa, puso los cimientos de uno de los hoteles más reputados de la Costa del Sol, el Hilton. Eso fue hace mucho tiempo, tanto, que el establecimiento ha cambiado de dueños y de nombre: hoy se le conoce como el Don Carlos. Este hombre, que no para de quejarse de Fidel, se dejó en Cuba dos cosas fundamentales para ejercer: su título de ingeniero civil y dos medallas de oro: la de Santa Ana y la de la patrona de su país natal, la Virgen de la Caridad del Cobre, que le arrancaron del cuello antes de salir. Pero hoy ha repuesto ambas cosas. Logró que un piloto amigo de una compañía española les enviase a él y a su esposa -que es arquitecto- el certificado de estudios y, una vez en España, se compró las imágenes. De Mena fue elegido entre 23 profesionales para coordinar las obras del Hilton Marbella en 1967. En La Habana ya había diseñado las vigas y los forjados de hormigón del edificio, que, puntualiza, "no es un hotel, sino un paraíso". Se encontró con algunas diferencias en los métodos de trabajo: "No existía el transporte de hormigón por carretera, sino que se hacía en obra. Ese concepto lo trajimos los cubanos aquí", asegura. Tampoco se llevaban los forjados de este material, sino que se realizaban en cerámica. Su vida ha sido menos estable que sus edificaciones. "Tenía que ir todas las semanas a la policía para demostrar que no había salido del país". Pero el encargado de negocios con España -un hombre del sólo recuerda el apellido: Oyarzun- le echó una mano para volar. "Me dijo que me iba a ayudar porque mi padre había nacido cuando todavía éramos colonia española". Además, De Mena había construido en La Habana la colonia de los ejecutivos españoles. Para comprarse el pasaje contaron con los dólares que les mandaron sus familiares exiliados en Miami. De Mena pasa las páginas de los álbumes donde guarda La Habana de los 50 y principios de los 60: "Aquí se ve el malecón. Pero mira qué organización tenía la ciudad", exclama frente a una fotografía aérea que muestra una metrópolis con mar. Y recuerda que él contribuyó a dar forma a esa ciudad. El Hotel Varadero, el Centro Fílmico Nacional, el Hospital Reina Mercedes, las 27 plantas del Seguro del Médico, la Compañía Cubana de Electricidad. Todos estos edificios y más llevan en sus entrañas los cálculos de su empresa. "Tenía un sistema de reparto para incentivar a los trabajadores con un porcentaje de los beneficios", rememora. En Marbella, sin embargo, tras el Hilton, no volvió a levantar ninguna gran construcción. Siguió con sus cálculos de estructura de viviendas unifamiliares para luego pasarse a la impermeabilización. Ahora ya está jubilado ¿Problemas de adaptación? Ninguno. "Si nuestros padres eran españoles, chica, y nosotros teníamos las mismas costumbres".

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