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Entrevista:

CARLOS JIMÉNEZ POETA Y PROFESOR "La poesía necesita reposo y ser vista desde fuera"

La hasta ahora única entrega de Carlos Jiménez al mercado editorial bastó en su día para que se le considerara una de las voces emergentes más valiosas de la poesía andaluza en los primeros años noventa. Aventura fue publicada por Renacimiento y le valió la inclusión en varias antologías. Pero este jerezano nacido en 1963, confeso admirador de Juan Ramón Jiménez, quiso probar fortuna en Estados Unidos y en la actualidad ejerce como profesor en la Universidad de Villanova, lo que no impide que cada verano regrese a su tierra en compañía de sus alumnos. Pregunta. Toda una vida dedicada a escribir y un solo libro editado. ¿La prisa es la peor consejera del poeta? Respuesta. Sí, sobre todo porque uno siempre tiende a entusiasmarse con lo último que ha escrito. Y la poesía necesita reposo y ser vista desde fuera. Yo tuve la suerte de reunirme desde joven con otros poetas a quienes mostrar lo que hacía, y creo que es bueno tener otras opiniones. Pero también es muy bueno mantener los poemas guardados durante algún tiempo. P. ¿El profesorado es un perjuicio para el poeta que ejerce la enseñanza? R. Ser profesor te quita mucho tiempo y te obliga a enfocar la literatura de un modo totalmente diferente. Por eso lo que yo me propongo en las clases es enseñar a leer poesía, mostrándola desde fuera, de una manera racional. En el arte hay tres elementos: lo que se quiere hacer, la intención que se tiene y el resultado. A este último, por ser el más subjetivo, le doy menos importancia. P. Explicar poesía española en un país extranjero debe de ser aún más difícil... R. Los estudiantes en Estados Unidos están bastante preparados. Pero cuando se lee un poema en una lengua que no es la materna, estás perdiendo en gran parte la esencia, todo se queda en lo que acompaña a la forma y al contenido. P. ¿Es cierto que en Estados Unidos se paga por asistir a recitales de poesía? R. Nunca lo he visto. Más bien creo que se paga por no asistir, igual que aquí y en todas partes. P. ¿De qué modo le benefició poner un océano por medio con su lugar de origen? R. Supuso la posibilidad de alejarme de las circunstancias que formaron mi personalidad, de ver las cosas, digamos, desde arriba. Es doloroso, pero te ayuda a saber que estás solo en el mundo, a verte dentro de tu propio destino como ser humano y a no tomarte en serio lo que no tiene importancia. P. Pero siempre vuelve en estas fechas. ¿Uno puede bañarse ahora en el mismo mar de la infancia? R. Las aguas siempre son las mismas. Cuando regreso, creo verlo todo como algo cotidiano y normal. La nostalgia que me asalta es la de la juventud perdida.

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