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TRIBUNALES

La defensa pide 10 años de cárcel para el acusado de cinco crímenes en Castellón

María Fabra

La abogada Rosa Edo, que defiende a Joaquín Ferrándiz, el supuesto asesino en serie de Castellón que se confesó autor de cinco crímenes, solicita en su escrito de calificación provisional un total de 10 años y seis meses de prisión y un programa de tratamiento adecuado a las características del procesado ya que, según los psicólogos que le trataron, sufre una personalidad psicopática. El juicio se celebrará previsiblemente en septiembre. Edo considera a Ferrándiz culpable del homicidio imprudente de Sonia Rubio y de los homicidios de Natalia Archelós, Francisca Sales, Mercedes Velez y Amelia Sandra García. Todas ellas murieron a partir de julio de 1995, cuando el acusado se encontraba en libertad condicional tras cumplir condena por una agresión sexual. La defensa de Ferrándiz pedirá, sin embargo, la absolución por dos agresiones de febrero y julio de 1998, poco antes de que fuera detenido Ferrándiz, al considerar que la acción del acusado no fue delictiva. A las peticiones de pena por los cinco delitos de los que se manifestó autor el acusado, la abogada pide que se aplique la eximente incompleta de enfermedad mental y las atenuantes de embriaguez y confesión, ya que Ferrándiz se declaró autor de los cinco crímenes y colaboró para esclarecer los hechos, una vez detenido. El relato de los hechos más extenso es el del 2 de julio de 1995, fecha en la que se produjo la muerte de Sonia Rubio. Así, indica que Ferrándiz, que no conocía a la víctima, la recogió en la Gran Avenida de Benicàssim para llevarla a su domicilio, también desconocido para él. Ferrándiz se pasó de la calle en la que vivía Sonia y ésta comenzó a gritar. "Una sensación de pánico se apoderó de él", según el texto, ya que pensó que, por su libertad condicional, "estaría acabado". El relato explica que Ferrándiz usó la cinta aislante que portaba en la guantera para amordazar a Sonia Rubio. "Sus gritos seguían clavándose en la cabeza de Joaquín", señala el escrito, para después describir cómo la chica, maniatada y amordazada, cayó al suelo, golpeándose en la cabeza, fue arrastrada hasta el terraplén en el que fue hallado su cadáver, donde Ferrándiz se dio cuenta de que estaba muerta. Sólo en el caso de Amelia Sandra García se admite la existencia de relaciones sexuales y, según la defensa, fue ella quien tomó la iniciativa para mantenerlas. En el caso de las tres prostitutas de Vora Riu, éstas ofrecieron sus servicios aunque en ningún caso fueron consumados, en opinión de la defensa.

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