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Germinal Ros JORDI SOLÉ TURA

Acabo de leer un libro autobiográfico con un título muy significativo: Els meus primers 90 anys. Más que un libro de memorias es, como dice el subtítulo, un libro de vivencias. Se ha publicado en Lloret de Mar y su autor es Germinal Ros. Germinal Ros es un viejo militante del PSUC, un combatiente que ha pagado muy cara su lucha constante por la libertad y la democracia, que ha pasado por avatares muy duros y difíciles, y que siempre ha mantenido un espíritu vivo y alerta en las circunstancias más diversas. Fue un periodista militante y, como quien dice, autodidacta durante la guerra, y tras la derrota de la República pasó muchos años en el exilio, en Francia. Cuando volvió a Cataluña, con casi setenta años, se convirtió en un activista infatigable, en un cronista atento y creativo, y en un punto de referencia para la creación de la democracia en Lloret de Mar. Conocí a Germinal Ros en el exilio francés, cuando yo también tuve que huir de Cataluña a principios de los años sesenta. En aquellas difíciles circunstancias, Germinal Ros y su familia fueron para mí un auténtico puerto de llegada, un refugio y un cojín de calma y serenidad en los momentos de angustia y exasperación. Germinal; su mujer, Aurora; las hijas, Palmira, Silvia y Elsa, y el hijo, Helios, me acogieron en su apartamento de Stains, en la periferia de París, como a un amigo, y, de hecho, como a un miembro más de la familia. Germinal, siempre activo y atento a las novedades, fue uno de mis colaboradores en la redacción de un importante opúsculo sobre la cuestión nacional de Cataluña y participó en la reunión que cerró el texto, junto con Pierre Vilar, Fernando Claudín, Francesc Vicens, Pere Ardiaca y Emili Peydró. Después nuestros caminos se complicaron, pero las noticias que recibía de él siempre tenían el mismo sentido, siempre eran iniciativas culturales, un día con Raimon y la nova cançó, otro día con Paco Candel y sus "otros catalanes". Y ya de regreso en Lloret de Mar, primero en los avatares aún oscuros de las primeras elecciones, después con el empuje del gran cambio hacia la democracia, volvió a ejercer de cronista atento de su pueblo y nunca perdió de vista la evolución de la política en Cataluña, en España y en todo el mundo. El libro de vivencias que acaba de publicar no es el primero y espero que no será el último. Le han precedido dos volúmenes autobiográficos más, Un home del segle XX y Al servei del poble, todos ellos editados con la colaboración del Servicio de Cultura del Ayuntamiento de Lloret de Mar y de la Asociación Popular de Amigos de la Cultura, también de Lloret. Cada uno de ellos es una fuente de informaciones, locales unas, nacionales e internacionales otras. Y todas están marcadas por una reflexión y una actividad que siempre han tenido como punto de mira los avatares generales de la izquierda política y social. Pero más allá de la dimensión personal del autor y de las relaciones de amistad, creo que hace falta insistir en la importancia de este tipo de publicaciones. Siempre he creído que es necesario potenciar la literatura biográfica y autobiográfica como fuente indispensable de conocimiento de las historias colectivas. Nuestro país no es, precisamente, un ejemplo de fecundidad en este terreno; las autobiografías son escasas y las biografías están demasiado a menudo vinculadas al contexto político y cultural más inmediato. Un libro como el último de Germinal Ros no pretende ser una gran obra literaria, pero es un conjunto de vivencias que el lector atento puede seguir desde las raíces de cada una de ellas y ordenar después como una sucesión de episodios que acaban formando una historia o, más exactamente, una parte de la historia del siglo XX. La obra acaba con un lamento intensamente emotivo sobre la trágica enfermedad de su compañera, Aurora. Es un final dramático pero cabe esperar que no sea realmente el final. Y conociendo el empuje de Germinal Ros, hasta le veo capaz de empezar a redactar el volumen de sus segundos 90 años. No es una broma, sino un homenaje a su perseverancia, a su activismo y a su capacidad de amar.

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