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De muslos, pechos y otras obsesiones de la censura

Cristina Galindo

"La realidad puede que sea una falacia, pero es el único sitio donde puedo conseguir un bistec". El escritor Juan Marsé planteó ayer con esta frase del cineasta Woody Allen una definición posible de realismo literario. El autor de Últimas tardes con Teresa, que participó en el curso De l"epopeia a la novella, de la Universidad de Barcelona (UB), cree que el realismo es el puente que establece el contacto con lo cotidiano: "La epopeya se acabó con las películas del Oeste". Juan Marsé (Barcelona, 1933) asegura que no prepara sus conferencias, pero ayer se presentó con dos informes de la censura franquista sobre una de sus novelas, Si te dicen que caí, para mostrar qué es el realismo. La fidelidad con que la novela narraba la España de posguerra provocó que uno de los censores, escandalizado por "el insulto al yugo y las flechas", las alusiones "inadmisibles" a la Guardia Civil y las "escenas políticas" -"¿qué querría decir?", se preguntó Marsé-, la calificara de "pura porquería". "Da una imagen deformada; si quitamos a los pajilleros de cine, no queda nada", concluye el parte. "Esto es una lección de realismo", dijo Marsé, que convirtió la conferencia en una clase práctica de literatura. Ésta no fue la única anécdota. Últimas tardes con Teresa fue prohibida por la censura y Marsé se entrevistó con el director general de Cultura Popular, Carlos Robles, para ver qué pasaba. "Le molestaban sobre todo las alusiones de tipo sexual", explicó. Y lo que más irritó al jefe de los censores era que Marsé utilizara la palabra pecho tres veces en una página -"cambia alguno por seno"- y que empleara muslo para referirse a lo que es: la parte superior de la pierna. "Suena mal, serán las eses, ¿por qué no pones antepierna?", le dijo. Al final, el libro se publicó, y Marsé conservó sus muslos. También contó que en el servicio militar un teniente montó en cólera cuando le pidió un libro a Marsé y éste le pasó uno de Faulkner: "¡Qué es esto, tráeme El Coyote!, me chilló". Marsé, que reconoce que los escritores "roban" bastante -"detrás de un libro siempre hay otros libros y, si no, malo"-, afirmó que el tema pendiente de la literatura en Cataluña es escribir una novela "de verdad" sobre la burguesía. "Lo que no sé es si esta burguesía puede hacer surgir a ese novelista", añadió. Marsé, a quien Lluís Izquierdo, de la Universidad de Barcelona, definió como "fiel seguidor del realismo", se mostró contrario a las novelas con intenciones políticas. "Se pudren con el tiempo", dijo. En estos momentos, el escritor catalán está trabajando en su próxima novela, que tenía previsto terminar la primavera pasada. "La verdad es que soy muy lento y este texto se me ha crecido, pero para bien". Muchas de sus novelas han sido llevadas a la pantalla. "He tratado con mucha gente del cine y con casi todos he acabado mal", dijo Marsé, que siempre ha criticado sin tapujos los trabajos basados en su obra. Ahora teme otra "mala película". Víctor Erice ha trabajado en una adaptación de Marsé, que al final podría dirigir Fernando Trueba: "Trueba tiene oficio, pero no el talento de Erice".

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Sobre la firma

Cristina Galindo
Es periodista de la sección de Economía. Ha trabajado anteriormente en Internacional y los suplementos Domingo e Ideas.

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