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Ngeny, la estrella keniana que faltaba

El atleta, de 20 años, es el último gran producto africano y aspira ya al reinado del medio fondo desde un país que ha brillado, sobre todo con fondistas

Noah Ngeny es la estrella que faltaba. Había kenianos por todas partes, pero en la cumbre, en los podios, se encontraban especialmente en las distancias más largas del atletismo, desde los 3.000 metros obstáculos (el mayor dominio) hasta los 10.000 o en el cross. Incluso últimamente ya han empezado a amenazar seriamente en el maratón. Pero el medio fondo era un territorio sin tanta ocupación en la élite, aunque haya habido sus excepciones. Ahora parece haber llegado la gran explosión. Sólo tiene 20 años. Ngeny no cumplirá los 21 hasta el 2 de noviembre, y de repente, en tres carreras, ha pasado de ser uno de los muchos buenos corredores de la prueba reina del atletismo, los 1.500 metros, a tener una gran posibilidad de victoria en los próximos Mundiales de Sevilla. El ciclo marroquí-argelino, que ya rompió Fermín Cacho con su triunfo en Barcelona92, corre serio peligro de terminar e incluso de perder el récord mundial en cualquier momento. Tras Said Auita vino Nurredin Morceli y después Hicham El Gerruj. Un argelino entre dos marroquíes. Ngeny parece ya el sucesor imparable de El Gerruj, pese a que éste sólo cumplirá los 25 años el 14 de septiembre.La primera sorpresa fue el pasado día 7, en Roma. Cuando el marroquí estaba asombrando una vez más a punto de batir el récord mundial de la milla, un keniano un poco más alto (1,82 por 1,76) estuvo al borde de ganarle. Quizá El Gerruj batió la plusmarca al verse apurado por la locomotora que le venía detrás. Ya no era una de sus liebres. Eso lo había dejado Ngeny el año anterior cuando sí le ayudó a lograr su imponente récord de 1.500 metros en 3.26.00 minutos. Desde entonces, en una sola temporada, el joven keniano se había hecho muy mayor, tanto que ya podía volar por libre, ser dueño de sus fuerzas, no cobrar por marcarle el tren a otros. Él mismo pensaba que le faltarían dos años para aspirar al máximo, pero no ha necesitado esperar. La prueba de ello es que no sólo El Gerruj batió el récord de Morceli (3.44.39) con 3.43.13, sino también él, con 3.43.40, apenas a 27 centésimas, segunda mejor marca de todos los tiempos.

Y no pasó mucho tiempo, sólo 10 días, cuando Ngeny probó el día 17 que su calidad es inmensa. Se permitió atacar en la reunión de Niza, la Nikaia, el viejo récord de 1.000 metros del británico Sebastian Coe (2.12.18, en Oslo, el 11 de julio de 1981), el último que le queda a un atleta blanco en las carreras de pista. Ngeny falló por 66 centésimas, pero asustó a cualquiera al pasar los 800 metros en 1.44.79. Demostró que tiene capacidad en sus piernas para cualquier cosa.

El miércoles en París se atrevió incluso con el récord de 1.500 de El Gerruj, ausente por lesión. La osadía de este nuevo producto de la etnia nandi, salido de la factoría de Eldoret, la famosa altiplanicie keniana entre 2.000 y 3.000 metros, es enorme. Como en el 1.000, sólo le faltó un poco de medida en los primeros pasos. Sus compatriotas que hacían de liebres volvieron a equivocarse en el tren. Labat y Tanui pasaron los 400 metros en 53.76 cuando El Gerruj en su récord lo hizo en 55. En los 800, en cambio, se fueron a 1.52.12, frente a 1.50.73, porque en el segundo 400 bajaron a 58.35. El récord era ya imposible, pero aun así, cuando se quedó solo, Ngeny terminó en 3.28.84, la tercera mejor marca de la historia, sólo por detrás del magnífico Morceli, que hizo su récord de 3.27.37 en 1995, y que ha vuelto tras su estela en París, con 3.30.91. Cacho, que se fue al 13º puesto con 3.36.24, tiene incluso el podio difícil, como Reyes Estévez. Los tres minutos y medio del 1.500 de Sevilla serán, sin duda, mágicos.

Keino y Kipketer

Ngeny es un curioso sucesor del primer gran atleta keniano, Kipchoge Keino, ganador de los 1.500 en Méxixo68, pero también gran fondista, miembro del COI y ahora presidente de la federación, tras la dimisión del corrupto Charles Mukora. Ngeny, que nació 10 años después, es ya un especialista, algo que casi faltaba a los prolíficos atletas africanos, salvo al inmenso Wilson Kipketer, ahora danés y que aún se permitió el miércoles ganar su 800 en 1.44.89 sin una zapatilla. Ngeny, soldado desde los 17 años, como tantos atletas kenianos, intentó seguir la senda de los fondistas en el campo de entrenamiento subvencionado por el ejército que tiene de Moses Kiptanui, el penúltimo gran campeón de los 3.000 obstáculos, en Nyahururu, en la ladera este del valle del Rift. Pero lo que le gustaba era el 1.500, algo casi insólito para estos atletas forjados en correr largas distancias hasta el colegio desde bien pequeños con carencia de oxígeno en altitud. Quizá es que la modernidad también es selectiva. Pero se ha ganado una joya en una prueba menos monótona que el fondo, mucho más táctica y atractiva.

En 1997, también en Niza, batió ya el récord del mundo júnior de la milla que tenía el mítico estadounidense Jim Ryun y al mes siguiente, por dos veces, el de 1.500. Era un anuncio estelar.

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