El pelotón recupera el hábito del 'print'
Tercera victoria de Steels en un Tour que se resiste al triunfo de un corredor francés
El pelotón recuperó viejos hábitos una vez que ha puesto rumbo a París. Aun desgastado por el efecto de 3.200 kilómetros en las piernas de los corredores, aun adelgazado por los 39 abandonos que se han registrado hasta el momento, basta un mínimo acuerdo para que recupere su capacidad de control. Así fue ayer en cuanto Polti, Mapei y Telekom tomaron la decisión de jugarse la etapa en el sprint. Llegados a este punto, se esperaba por Zabel, que quiere el maillot verde y no ha logrado ganar una etapa. Y Zabel, efectivamente, tomó el último relevo con la meta a su vista, alineado el Telekom en perfecta formación. Pero Zabel hubo de rendirse a la evidencia de que el belga Steels sea más rápido: la montaña no ha hecho tanta mella en su punta de velocidad y puede vanagloriarse, desde ayer, de haber sumado dos victorias en la primera semana y una en la tercera. Y puede que no sea la última. En esas, el pelotón español se tomó la jornada con calma. Lo contrario que el pelotón francés, esforzado como siempre, pero ahora acosado por las estadísticas: desde 1926, siempre ha habido al menos una victoria francesa en el Tour. Ahora están en la cuenta atrás, el marcador a cero y tres jornadas para seguir intentándolo. La jornada tuvo poca chicha porque quedan muy pocos casilleros por rellenar en este Tour. El podio está resuelto, Virenque sumará su quinto premio de la montaña, Zabel tiene una sólida ventaja ante O"Grady por el maillot verde y queda la batalla entre Banesto y ONCE por la general por equipos, batalla que deberá resolverse, si no media una escapada, el próximo sábado en la contrarreloj. Queda, también, por saber si algún francés será capaz de ganar una etapa en este Tour, asunto que inspira a los malintencionados. Desde 1966, no se vivía un Tour sin victoria francesa hasta la 15ª etapa. Por entonces, el honor nacional lo salvó Poulidor, un honor muy relativo por cuanto el ganador de aquel Tour fue un francés, Lucien Aymar. Y no será el caso de este Tour, que ya tiene dueño.Fuera de las explicaciones extradeportivas (los franceses no ganan porque son los únicos limpios), no puede negarse que hayan batallado para conseguirlo. A falta de especialistas en otra materias (Casper es todavía un sprinter inferior a los mejores y se retiró en los Alpes, Moureau es un contrarrelojista un escalón más bajo que Armstrong, Zülle y Olano, Virenque es el único que ha mantenido su prestigio en la montaña pero sin la espectacularidad de otros años), los corredores franceses (que eran 32 en la línea de salida) han intervenido en casi todas las escapadas. Muchas de ellas, se frustraron en la primera semana. En otras tantas durante la transición entre Alpes y Pirineos, fueron menos hábiles. En la montaña, no hubo concesiones y el reparto se hizo entre los mejores. El caso de Heulot fue meritorio, porque ha tenido una presencia tan activa como desafortunada. Ayer mismo, intervino en su enésima escapada: ocho corredores que llegaron a disfrutar de ocho minutos a falta de 100 kilómetros para la meta y que vieron cómo su proyecto se esfumó a 25 kilómetros de la llegada. Heulot estuvo entre ellos, como Carlos da Cruz (Bigmat), pero no hubo fortuna. Lo mismo hizo Jacky Durand, el último de la general, que saltó del pelotón en el kilómetro cinco, una vez que se hubo de repetir la salida porque los bomberos, en acto de protesta, cortaron la carrera un kilómetro antes. Su fracaso momentáneo se explica más por su falta de acierto o su mala fortuna, que por su falta de condición física.
Ayer no tuvieron opción. La victoria sería para un sprinter. Y así fue. Hubo antes del desenlace, sin embargo, un momento delicado cuando alguien, todavía no identificado, esparció sobre el pelotón un líquido que produjo irritaciones en ojos y vías respiratorias a algunos corredores. "Nos han fumigado", dijo un corredor. El incidente causó indignación general y preocupación por el riesgo que ocasionó, pero no llegó a mayores.
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