Fuera de concurso
DE PASADADel presidente del Betis me llamó la atención casi todo, nada extraño ni original por otra parte, pero me deslumbró especialmente descubrir sus conocimientos sobre alicatados domésticos y sobre las innumerables sorpresas que puede esconder una caja de bombones, enviada y envuelta con sabiduría. En cuanto vi por vez primera a Manuel Ruiz de Lopera, en una reunión de peñas béticas organizada al calor del asunto de las primas posibles, probables e hipotéticas, intuí que era diferente a los demás presidentes de clubes de fútbol, casi me atrevería a decir que es diferente a las demás personas. Ni la presencia, ni sobre todo la esencia, son imitables. Único, aunque ahora se multipliquen los sucedáneos. A los alicatados y los bombones con sorpresa sumé otro gran motivo de elogio, casi sin parangón en la cultura occidental si excluimos a la Gioconda, que en la vida real es un cuadro distante. Me refiero a su dominio sobre los maxilares y la larga ristra de músculos que hay que movilizar para reír. Lopera se ha impuesto sobre ellos sin misericordia. Ignoro si se trata de una técnica oriental -que líbreme nadie de pensar tal cosa sabiendo de la inquebrantable devoción del protagonista de esta redacción por el Gran Poder-, pero el caso es que no se ríe ni cuando quiere reírse. Asunto bien complejo, la verdad. Casi tan complicado como el manejo de las masas, que tienen hasta sus teorías propias, no crean que está al alcance de un chisgarabís cualquiera. Al presidente bético le sobran dones para hacer reflexionar a sus seguidores y espolear su actividad neuronal. Lo logra a fuerza de inflexiones de voz, de silencios elocuentes pero lejos del chiticalla y de ademanes medidos, que sólo aspiran al noble objetivo de poner los puntos sobre las íes y darle a Carrión (por ejemplo) lo que es de Carrión. Lopera, cuando habla, es como Alan Greenspan. Se mueven las bolsas, se sacuden los parqués, se disparan las bilirrubinas. Hasta aquí el texto del artículo, presentado en la sección no oficial, fuera del "concurso de redacción y dibujo sobre la figura de don Manuel Ruiz de Lopera", convocado por la asociación de admiradores del ídem como "tercera iniciativa para enaltecer a nuestro gran presidente". La convocatoria es una invitación a la lírica, pero muy castrante porque la edad de los participantes no puede exceder de 12 años. Confiaba en ganar la foto dedicada y la camiseta alusiva del presi. TEREIXA CONSTENLA
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