_
_
_
_
UNA DINASTÍA MARCADA POR LA TRAGEDIA

Se desvanece la esperanza de que Kennedy esté vivo

Los equipos de rescate hallan la cubierta de la cabina de la avioneta siniestrada

"La capacidad de supervivencia, teniendo en cuenta la temperatura del agua, ha sido sobrepasada". Así de escueto fue ayer el contraalmirante Richard Larrabee, del Servicio de Guardacostas y coordinador de la búsqueda de la avioneta en la que viajaban John Kennedy, de 38 años, su mujer, Carolyn Bessette, de 33, y su cuñada Lauren Bessette, de 35. Los tres salieron el viernes, a las 20.30, de un aeropuerto en el condado de Essex, New Jersey, y trataban de llegar a la isla de Martha"s Vineyard, frente a Cape Cod, en las costas de Massachusetts. La última señal de radar en la que la avioneta Piper Saratoga PA 32 fue detectada se produjo a las 21.38. Ayer, los equipos de búsqueda detectaron una débil señal electrónica que podía salir del aparato siniestrado. Poco después, se hallaba la cubierta de la cabina del piloto. Larrabee se negó a admitir que no hay nada que hacer: "No vamos a rendirnos todavía. Hoy [por ayer], todavía hay esperanza".

Más información
Millones de ciudadanos se suman incrédulos al dolor de una familia
Una historia americana
La muerte de una época

Docenas de barcos, aviones y helicópteros reanudaron ayer la operación, desde las cinco de la mañana, con el mismo ímpetu y la misma intensidad que la jornada anterior. La búsqueda se realiza en el mar, en la costa cercana al extremo occidental de Martha"s Vineyard y desde el aire, sobre una zona más limitada que el sábado: "Ya no estamos buscando una aguja en un pajar", señaló Larrabee. De hecho, la investigación avanzó sustancialmente tras recibir la señal electrónica, que, según los primeros datos, ha sido emitida debajo del agua. Inmediatamente, el barco Rude, de la agencia estadounidense de investigaciones de océanos, se puso en marcha hacia la zona de donde provenía la señal. En cualquier caso, la Comisión de Seguridad en el transporte aéreo ya advirtió ayer que para esclarecer todos los detalles del suceso invertirá unos seis meses.El Servicio de Guardacostas empleó durante la noche del sábado al domingo -cuando helicópteros y aviones tuvieron que suspender sus vuelos por la niebla- focos especiales instalados en sus embarcaciones y equipamiento submarino de detección. También está listo para intervenir un equipo de buceadores que será el encargado de buscar en el lugar desde el que se ha emitido la señal electrónica. En tierra, los grupos de rescate recorrieron las playas en vehículos todoterreno a la busca de nuevos restos de la avioneta Piper Saratoga PA 32 y del equipaje. Una de las zonas peinadas ayer fue una pequeña isla llamada Nomans Land, una antigua base militar al suroeste de la isla principal, Martha"s Vineyard. El sábado, en la zona de Gay Head, aparecieron algunos fragmentos del fuselaje, parte de un reposacabezas, una tarjeta de identificación de la maleta de la cuñada de John Kennedy y un frasco de medicinas de su mujer.

La fascinación morbosa que rodea estas tragedias -especialmente si el apellido Kennedy está en el centro de la pista- ha hecho que algunas personas se lancen a recorrer las playas tratando de encontrar algún objeto. Robert Bird, comandante de policía de Massachusetts, hizo ayer un serio llamamiento para que se entregue cualquier cosa que se encuentre: "Puede tratarse de un elemento fundamental para la investigación", dijo, además de recordar que la apropiación de pruebas en un caso así es un delito.

En Hyannisport, los Kennedy permanecieron todo el día sin salir de la casa familiar, acompañados por algunos colaboradores y amigos, además de un sacerdote, a la espera de algún indicio que pudiera alimentar la posibilidad de que los desaparecidos estuvieran vivos. Un ejército de cámaras y reporteros montan guardia a unas decenas de metros de la residencia, en la que todas las ventanas están cerradas para evitar los teleobjetivos. Los periodistas fueron el sábado testigos de una cruel situación: la llegada de flores, regalos, trajes largos y chaqués y furgonetas de comida, los preparativos para lo que iba a ser un día de fiesta y reunión familiar -la boda de la hija pequeña de Robert Kennedy, Rory, que nació dos meses después del asesinato de su padre-, y que se convirtió en una nueva jornada de luto para la dinastía.

El presidente de EEUU, Bill Clinton, siguió ayer hora por hora, como ya había hecho el sábado, las noticias sobre el desarrollo de la operación de rescate. A medianoche del sábado, el presidente habló por teléfono con el contraalmirante Larrabee para agradecerle los esfuerzos realizados. Anoche, Clinton expresó públicamente su solidaridad a la familia Kennedy y le reconoció los servicios que han prestado a su país en los últimos 40 años. El vicepresidente, Al Gore, tuvo también en Los Ángeles palabras de recuerdo: "Ha sabido llevar encima su leyenda con enorme elegancia y con el compromiso de estar a la altura del legado de su padre y del amor de su madre. (...) Es inevitable pensar que la familia Kennedy ha dado más a nuestro país de lo que debería".

¿Qué ocurrió con la avioneta de John Kennedy? A la espera de una investigación oficial, los comentarios de los expertos se inclinan por la hipótesis de que se trataba de un vuelo relativamente complicado para un piloto novato, con una arriesgada combinación de factores: la noche era oscura y había bruma debido al calor y a la humedad. Durante el vuelo, esas condiciones no afectan la visibilidad, pero pueden ser mortales en el descenso de la aproximación, al entrar en lo que los pilotos llaman "un agujero negro" en el que se vuela sin referencias y sin orientación. La experiencia, lo que le faltaba a John Kennedy, ayuda a fiarse de los aparatos de navegación más que de los sentidos. La Piper Saratoga volaba sin plan de navegación, como es habitual en el caso de avionetas en desplazamientos cortos. En otras ocasiones en las que John Kennedy había hecho ese recorrido y el tiempo presentaba complicaciones, había llevado con él a un instructor de vuelo. El pasado viernes por la noche prescindió de él. El parte no indicaba que hubiera condiciones peligrosas. Según el testimonio de algunos amigos, John Kennedy había tenido desde joven la pasión de volar, pero no se lo tomó en serio hasta después de la muerte de su madre, porque sabía la angustia que podía provocar a Jacqueline. Obtuvo su licencia de piloto el 22 de abril de 1998 y a menudo bromeaba diciendo que la única que se atrevía a volar con él era su mujer, Carolyn Bassette.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_