EL PRÍNCIPE, PEREGRINO
El príncipe de Asturias, don Felipe de Borbón, anduvo ayer el que puede considerarse Camino de Santiago por antonomasia, esto es, el tramo que media entre Padrón y Compostela, que fue, según la tradición, el que recorrieron los restos del apóstol tras arribar en Iria Flavia la balsa de piedra que los transportaba.Don Felipe cubrió el tramo marítimo el viernes, desde Baiona. Durmió en Santiago y ayer volvió a Padrón en coche, para oír misa en el convento del Carmen, interesarse por la fuente que mandó construir Carlos III en el lugar, alivio de peregrinos, y empezar a las 8.20 horas la caminata de 22 kilómetros, acompañado por una veintena de amigos de sus diversas promociones militares y por el guía Celestino Lores, presidente de la Asociación de Amigos del Camino Portugués, que le fue explicando los pormenores del recorrido.
Tocado con sombrero blanco de ala ancha y provisto de los característicos complementos del bordón y la calabaza, el Príncipe recibió vítores y calurosos saludos vecinales en las aldeas del Camino. Así llegó la comitiva al Obradoiro, a las 13.40 horas, con la plaza tomada por una exhibición de coches de época. El grupo se fotografió en las escaleras y se saltó la tradición: ni Puerta Santa, ni ritual de croques. Don Felipe entró por el Pórtico de la Gloria -la entrada natural de los peregrinos en la catedral es por la Puerta Santa, en el extremo opuesto, que sólo se abre en años jacobeos- a abrazar el busto del apóstol.
Luego volvió a la entrada principal y posó su mano en la huella de piedra y se dio los coscorrones de rigor. No quiso decir qué le había pedido al apóstol, aunque algo fue, "porque a eso se viene, pero no se dice", respondió.-
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