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Experto en cohabitación

Jacques Chirac luce un récord entre los políticos: ha ocupado todos los cargos posibles de la República excepto el de senador, suponemos que debido a la falta de tiempo. Unos impacientes, o el gusto de Giscard por las cifras redondas, pretenden recortar una carrera tan lúcida. Pero no habrá elecciones presidenciales anticipadas en el año 2000, Chirac no muestra ninguna inclinación a la autodisolución. El es poco menos que un experto en la cohabitación. Soportó a Chabán y a sus modernistas, a Giscard y a su corte, a Mitterrand y sus astucias, a los barones gaullistas con sus intrigas, a Pasqua con sus torpezas, a Séguin con su personalidad, a los centristas y sus variables estados de ánimo, a Balladur y a sus seguidores; Superó, además, a otros grupos menos conocidos. Cuando por fin logró un poco de armonía, felizmente instalado en el Elíseo y con una réplica suya en el Matignon, llegó la catástrofe. Tres años, más o menos, con Jospin no deben importar...

Decir que Chirac es un hombre feliz sería, probablemente, exagerado, pero no es tan desgraciado. Liberado de las preocupaciones cotidianas, evita el riesgo de realizar grandes estupideces y puede ejercer de presidente sin demasiadas contrariedades. Está rodeado de ministros de otros partidos, pero menos insidiosos que muchos derechistas. El presidente observa ahora que todas sus salidas están cerradas, pero, como político experimentado, sabe que las oportunidades siempre vuelven y que la mala suerte puede golpear al adversario. Y aprovechar las oportunidades en política es todo un arte.

15 de julio.

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