Viaje sin retorno

Rodinel Paun, de 26 años, el padre del niño rumano de cinco años que falleció el jueves aplastado por un camión en la carretera de Burgos horas después del desmantelamiento del poblado de Malmea, tuvo un regreso desafortunado a su país. A Paun la policía rumana le quitó el pasaporte nada más aterrizar en el aeropuerto de Bucarest. "Ahora lo va a tener difícil para salir del país y volver a España", lamentó ayer su hermano Nicolae, de 30 años. El Ministerio del Interior le pagó a Rodinel, su esposa y el menor de sus cuatro hijos, de sólo seis meses, un billete de ida y vuelta a Rumania, con la fecha de regreso abierta. El Ayuntamiento de Madrid costeó la repatriación del féretro de su hijo fallecido en el atropello. "Pero Rodinel no tenía dinero para enterrar a su hijo. Tuvo que pedirlo prestado a su padre", añadió Nicolae. "Y ahora yo no me voy a marchar de Madrid sin mi hermano. Tengo que esperar a que llegue", concluyó.

Bien distinta es la historia de un bebé rumano del asentamiento que ayer fue bautizado según el rito ortodoxo. Su madrina, según Efe, es una madrileña de mediana edad que se llama Rosario. Esta mujer conoció al pequeño y a su madre en un semáforo de la calle de Santa Engracia. La madre vendía allí el periódico La Farola y Rosario, que paraba en ese lugar todos los días, se encariñó con ella y su bebé y les llevaba ropa y biberones. La confianza llevó a la madre rumana a pedirle a Rosario que bautizara al bebé. La mujer aceptó. El bautizo se celebró ayer en una iglesia de la calle de Félix Boix (Chamartín).