El héroe patafísico

Alfred Jarry, evidentemente, no conoció a Javier Pascual Llorente. El inventor de la patafísica, el creador del rey Ubú, uno de los personajes universales del teatro, el revolucionario escritor al que le gustaba pasearse por Laval a comienzos de siglo con su magnífica bicicleta Clément Luxe (525 francos de 1896 nunca pagados al vendedor), simplemente se adelantó 96 años al futuro cuando en 1903 (año del primer Tour) escribió su famosa La Pasión considerada como una carrera ciclista. Así veía a Cristo cuando subía al monte del Calvario, su via crucis: como a un corredor especialmente adepto a la mala suerte. Y así se puede ver en 1999 a Javier Pascual Llorente (28 años, riojano de Haro, ciclista del Kelme desde esta temporada), recorriendo la segunda etapa, los 176 kilómetros entre Challans y Saint Nazaire. Que Alfred Jarry escuche a Pascual contando su historia ayer por la mañana y tome nota: "Tuve tres caídas fuertes y una salida a la cuneta. En la primera, en el kilómetro 60, me fastidié la rodilla y el codo, y rompí la bici. Me subí en la de repuesto y así entré en el Gois, entre las aguas y sobre las algas y la grasa que deja la marea. Me caí por segunda vez, me dañé la muñeca, otra vez el codo y me arranqué una uña de un dedo de la mano izquierda. Doblé la horquilla de la bicicleta, pero marché tranquilo, entre los coches de la caravana. "A ver si logro coger ritmo y enlazar con algún grupo suelto". Me estaba diciendo esto cuando una moto de un fotógrafo se cruzó por delante de un coche, que tuvo que dar un frenazo seco: me lo tragué. Ahí ya me hice daño en lo poco que me quedaba sano. También me cargué la segunda bicicleta; y como no tenía más repuesto, me subí a la segunda de mi compañero Pipe Gómez, que me venía grande, porque es bastante más alto. Sufrí unos kilómetros hasta que me bajaron el sillín. Decidí llegar como fuera, ya iría por la noche a un hospital a hacerme radiografías de todos los huesos. Tenía la carretera sólo para mí y todavía las cunetas estaban llenas de público. Era impresionante, me aplaudían como si marchara el primero. Llegué a 46 minutos del que ganó el sprint, pero no me han expulsado de carrera teniendo en cuenta mis desgracias. Y saldré, aunque creo que tengo una fisura en la muñeca".

Pascual Llorente tuvo que llamar al médico del Tour nada más comenzar la tercera etapa. Sólo resistió hasta el kilómetro 31. No pudo llegar a Laval para rendir homenaje a Alfred Jarry, el genio que hace 96 años escribió la crónica de su etapa más dura.