Borrell apoyará a Almunia como principal aspirante a sucederle
El ex candidato del PSOE a la Presidencia, José Borrell, está dispuesto a brindar en público su apoyo a Joaquín Almunia para que le sustituya como cabeza de cartel para las elecciones del 2000. Pero antes, Borrell pretende que tanto sus seguidores como los guerristas, Izquierda Socialista y otros sectores críticos sean tenidos en cuenta por la mayoría del partido, una tarea difícil a la vista del enconamiento entre las distintas familias. Almunia y Borrell se reunieron el pasado martes y volverán a hacerlo en los próximos días.
Todavía no se ha escuchado a José Borrell manifestarse en público a favor de Joaquín Almunia ni ha trascendido qué fue lo que ambos trataron en su almuerzo del pasado martes. Aún así, Borrell no tiene dudas, según personas de su entorno, de que el nuevo candidato a la Presidencia del Gobierno va a ser el secretario general, a quien venció en las elecciones primarias celebradas el año pasado. Borrell apuesta por Almunia, pero no quiere que su participación se quede en el mero respaldo al candidato, según las mismas fuentes, y estos días medita la "forma de concretar la colaboración". El plan estriba en traspasar a Almunia los apoyos que recibió Borrell en las primarias: el 55% de los votos de la militancia, lo que se tradujo en 110.000 papeletas con su nombre.
Durante la pasada semana, Borrell mantuvo numerosos contactos con dirigentes locales, provinciales y regionales del PSOE para saber cuál es su opinión respecto a la etapa que se abrirá en breve, en la que todo girará en torno a Joaquín Almunia. Las fuentes consultadas aseguran que Borrell no puede tomar parte en la batalla reabierta entre los que antes se denominaban guerristas y renovadores ni tampoco criticar sus posiciones respectivas. Lo mismo le ocurre con respecto a la corriente Izquierda Socialista y a los llamados borrellistas, grupos que le apoyaron en las primarias.
Listas electorales
El ex candidato quiere transmitir a Almunia la idea de que es imprescindible que salga refrendado por la inmensa mayoría del partido, por lo que le pedirá que se esfuerce por encontrar el camino de encuentro con los guerristas. En aras de la conciliación, Borrell también piensa en el futuro que les espera a quienes le apoyaron y, aunque sus colaboradores no quieren utilizar la fórmula "condiciones a cambio de apoyo", sí reconocen que Borrell piensa también en el futuro, cuando necesariamente surgirán problemas a la hora de confeccionar las listas electorales y preparar la celebración del próximo congreso.
Borrell dimitió como aspirante a la presidencia del Gobierno con todas las consecuencias, pero siente la obligación de seguir de cerca el proceso de su sustitución tanto por reconocimiento a quienes le ayudaron como por lealtad a la ejecutiva y al propio Joaquín Almunia. Por ello, se cree capaz de facilitar el consenso tras haber constatado en este último un interés sincero en contar con su colaboración y con su apoyo.
Hoy mismo se verá qué posibilidades tiene dicho consenso una vez que el secretario general y la ejecutiva decidan o no ampliar la ronda de consultas para la elección del candidato, aunque Almunia no tendría por qué hacerlo, fuera de los cargos orgánicos, ya que todos los dirigentes regionales, a excepción del extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra - y con algunos matices Nicolás Redondo Terreros, del País Vasco, y el cántabro Jaime Blanco- le han manifestado ya su apoyo.
Almunia ofrecerá hoy un primer balance de las consultas a la ejecutiva, tras lo cual consultará con el máximo órgano de dirección del partido si procede o no pedirle opinión al ex vicesecretario general Alfonso Guerra y otras personas sin cargo orgánico.
Esta semana, los intentos de intermediación entre la mayoría y los guerristas se van a centrar en procurar que la aclamación de Almunia en un comité federal no se vea ensombrecida por las voces de una minoría crítica. No sólo por lo que significa para esta ocasión, sino por lo que pueda suponer como inicio de una batalla interna.
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