Gobiernos de todo el mundo piden a Turquía que no ejecute a Ocalan

Un tribunal turco de jurisdicción especial antiterrorista condenó ayer a morir en la horca al líder kurdo Abdalá Ocalan, quien fue encontrado culpable de una ola de violencia que ha causado 30.000 muertos, así como de los delitos de traición y separatismo. Inmediatamente se desató una cadena de reacciones internacionales en favor de que la sentencia sea conmutada por las autoridades turcas. Varias ciudades europeas fueron escenario de actos de protesta de grupos kurdos, mientras que otras manifestaciones de apoyo al veredicto ocurrieron en Turquía.

El Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), del que Ocalan era líder, amenazó con una campaña de represalias violentas. El dirigente kurdo, de 50 años, escuchó el veredicto con rostro impasible desde su cabina de cristales blindados en la sala del tribunal. Algunos familiares de las víctimas de los actos terroristas del PKK, sentados a pocos metros del condenado, entonaron el himno nacional turco tras escuchar la sentencia. Una vez cumplidos los recursos a los que el condenado tiene derecho, el Parlamento turco tendrá que ratificar la sentencia por mayoría absoluta, para dejar, en última instancia, la decisión de autorizar la ejecución en manos del presidente de la República. La UE en su conjunto, la mayoría de Estados miembros de la Unión y otros países como Suráfrica o los participantes en la cumbre de Río hicieron llamamientos a las autoridades turcas para que eviten la muerte de Ocalan. Amnistía Internacional y otras organizaciones humanitarias se unieron a un clamor mundial del que, hasta anoche, se distanciaba EE UU. Un portavoz de la Casa Blanca recordó la condición de terrorista de Ocalan sin añadir más comentarios. El líder kurdo fue detenido en febrero en Kenia por un comando de fuerzas especiales turcas después de una larga persecución por varios países. Su detención provocó la ocupación de diversas embajadas en el mundo por militantes kurdos.