El "cielo" de Euskal Herria
El pequeño tren de cremallera de Larrun está de aniversario. El próximo miércoles, 30 de junio, se cumplen 75 años desde que este curioso ferrocarril de colección ascendió por primera vez el monte Larrun hasta alcanzar su cima, una especie de cielo de Euskal Herria a 905 metros de altura, desde el que se pueden divisar los siete territorios reclamados como vascos. En estos tres cuartos de siglo se ha convertido, con 350.000 visitantes al año, en uno de los principales reclamos turísticos del departamento francés de los Pirineos Atlánticos. Situada entre las localidades vasco francesas de Azkaine y Sara, la típica estación del Col de Saint-Ignace recibe a los visitantes deseosos de tomar el ferrocarril de época compuesto por dos coches de madera que suman 150 plazas. En realidad, y dada la gran afluencia de viajeros, hoy son ya cuatro los trenes que ascienden hasta la cumbre de Larrun y bajan de ella. Eso sí, todos ellos de época y restaurados de forma artesanal, utilizando las mismas esencias de árboles que en 1924. Una vez instalados en el tren, a los viajeros les espera un paseo de poco más de cuatro kilómetros que, a ocho kilómetros por hora, dura 30 minutos. Media hora que se puede disfrutar segundo a segundo contemplando el paisaje, la flora y la fauna del lugar. Sin duda, y a tenor de los ¡oooh! de mayores y pequeños, uno de los momentos más apreciados es cuando el ferrocarril pasa entre los pottokas, que retozan tranquilamente en medio de los helechos, acostumbrados a la presencia del tren. Tras media hora de traqueteo, los visitantes llegan a la cumbre de Larrun, o La Rhune, el primer contrafuerte de los Pirineos, Allí, una panorámica de 360 grados descubre al viajero, si el día está despejado, una visión excepcional de toda la costa vasca, hasta las playas de las Landas, así como del interior. Larrun es una cima mítica para los vascos, un lugar de culto de los primeros druidas, un lugar de ritos y de brujerías. La ascensión a la cumbre ya estaba muy de moda a finales del XIX, pero más aún lo estuvo a partir de 1859, cuando la emperatriz Eugenia de Montijo subió a este monte. La idea de construir un ferrocarril de cremallera no surgió hasta 1908. En 1912 comenzaron las obras, no exentas de problemas. La I Guerra Mundial obligó a suspender los trabajos hasta 1919. Concluyeron en 1924. En la era de la alta velocidad, un maquinista explica que una de las preguntas que le hacen los viajeros es cuánta potencia tienen los trenes. "Nosotros solemos bromear diciéndoles que 320 caballos y dos burros", dice entre risas. Explica que los usuarios vienen sobre todo de Francia, Gran Bretaña y Alemania. El pequeño tren de Larrun funciona del 19 de marzo al 11 de noviembre. Este año, con motivo de su 75º cumpleaños, la estación del Col de Saint-Ignace acoge exposiciones de fotografías antiguas, una de ellas ubicada en un coche de cremallera de lujo, para que los visitantes puedan apreciar la evolución de las instalaciones.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.