Tardes de fútbol
Hace unos años, en tiempos de la pertinaz sequía, las pandillas de niños dedicábamos las largas tardes de primavera, tras salir de la "escuela nacional", a jugar interminables partidos de fútbol sin desprendernos siquiera del pequeño trozo de pan en las manos y con la mente todavía llena de cantos a María y a porfía, que madre nuestra es. La infancia era por entonces una mezcla de "consignas" y moralejas religioso-franquistas que martilleaban nuestros pequeños e indefensos cerebros, y el partido de fútbol en las eras ya preparadas para trillar la cebada y el trigo. Las mulas agachadas y los rostros de la gente agachados también, resignados, definían el paisaje de los pueblos en la Castilla profunda.
Cuando llegaban los domingos, de cucuruchos y pipas recién tostadas, los ojos de los niños se nos abrían expectantes. Estaba a punto de empezar una nueva jornada de Liga.
Nuestros padres, sin casi nada que ofrecernos, conformaban las ilusiones perdidas con un equipo favorito. Y admirábamos incondicionalmente a Amancio o a Iríbar o a Sadurní o a Carlos Lapetra. Todo ello se resumía, sobre todo, en la gloria del partido por la tele. Nuestros ojos de niños pobres se abrían todavía más, y sólo nos quedaba reunirnos en casa del "señor de la tienda" o en el bar de "las cuatro esquinas" para disfrutar del fútbol en blanco y negro tras el capítulo 200 de la serie Bonanza. La misma situación se repetía en las noches de fútbol europeo. Peregrinábamos y peregrinábamos buscando un rincón donde abrir nuestros pequeños ojos sedientos. Estos intensos y al mismo tiempo tristes pensamientos volvieron a mi mente cuando el domingo día 20, a las siete de la tarde, empezaba la última jornada de Liga. Pude sentir otra vez un desagradable olor a rancio, porque seguro que en algún lugar, a esa hora en punto de la tarde, algún niño perdido y desorientado, que vive en una España ya democrática y europea, solidaria y despojada de viejos fantasmas, abrió por un instante sus ojos desesperados buscando la imagen colorida de un balón televisado en los pies de su ídolo deportivo.-
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