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Un menor acusa a la policía de dejarle ciego de un disparo de postas

Un joven de 16 años , J.F.B., ha acusado a un policía de haberle dejado totalmente ciego tras dispararle a la cara con una escopeta de postas. El menor afirma que un agente abrió fuego contra él cuando el coche robado en el que iba junto a dos amigos, perseguido por un zeta de la policía, se detuvo en un descampado próximo a Valdemingómez. El suceso ocurrió la madrugada del pasado 17 de mayo. Fernández ha sido intervenido, sin éxito, de su ceguera en el hospital Gregorio Marañón. La policía asegura que J.F.B. ya estaba herido cuando fue detenido.

El titular del Juzgado de Instrucción número 16 de Madrid, José Emilio Coronado, ha ordenado que se deduzca testimonio contra los agentes y que se efectúe una prueba de balística al vehículo, que presenta impactos de postas, para cotejar si los orificios se corresponden con la munición de los agentes. Los agentes de la comisaría de Vallecas Villa que intervinieron en la persecución declaran en el atestado que redactaron tras la persecución que el joven ya estaba herido cuando ellos le detuvieron. Sin embargo, la víctima y los otros ocupantes del vehículo robado, un Fiat Uno de color rojo, niegan la versión policial y coinciden en que, cuando el coche les dejó tirados en el descampado, los policías se bajaron del coche patrulla y uno de ellos disparó a la cara a J.F.B. "Si eran ellos los que nos perseguían, ¿quién si no pudo dispararnos a esas horas y en ese lugar?", se lamenta Rafael P.H., de 19 años.

Rafael, que conducía el coche robado esa noche, huyó de los policías campo a través al oír el disparo que hirió a su amigo. El juez Coronado le tomará declaración el próximo 6 de julio. De momento han testificado la víctima y Ángel C.R., que iba en la parte trasera del coche. Los dos han acusado a los agentes del disparo.

Rafael cuenta así lo ocurrido: "Venían persiguiéndonos, el coche se paró solo, porque estaba casi destrozado, y uno de ellos, sin decir nada, disparó a José. Yo salí corriendo y también me disparon, aunque, por suerte, no me dieron".

La víctima iba en el asiento del copiloto. "Mi hijo dice que, al quedarse parado el coche y abrir la puerta para bajarse, de pronto notó un fogonazo en la cara", señala Joaquina B., madre de la víctima. "Y mire cómo me lo han dejado, cieguito perdido para toda la vida", se apena.

La versión oficial de la policía refiere que, a las 2.50 del 17 de mayo, un coche patrulla fue alertado de un robo cometido en una bodega situada en la calle de Jadraque (Vallecas) y que los atracadores iban en un Fiat Uno rojo. Esta reconstrucción sostiene que los agentes se toparon con el vehículo robado y sus tres ocupantes en la calle de Mata del Agua, en la Villa de Vallecas, y que, al ver éstos que la policía les seguía, aceleraron. La persecución se prolongó, siempre según la versión oficial, entre 10 y 15 minutos, y terminó en Valdemingómez, donde fueron detenidos dos de los tres ocupantes del coche.

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Versión oficial

"Uno logró huir", señala un portavoz policial. El vehículo, según este portavoz, "tenía fracturada la luna trasera y F.B. estaba herido en la frente, por lo que fue trasladado al hospital". Este portavoz admite que los agentes portaban ese día en el vehículo policíal dos escopetas de postas, marca Franchi. Sin embargo, matiza que una inspección ocular efectuada al día siguiente en el coche revela que los orificios de los impactos son de mayor grosor que las postas de las citadas escopetas. F.B. asegura que primero oyó un disparo, el que le cegó, y luego otros. El abogado de F.B., Eduardo Alarcón, está convencido de que su cliente y los dos testigos no mienten cuando afirman que los disparos fueron hechos por al menos uno de los policías que participaron en la persecución. "Y se hacen cuando el coche está detenido y mi cliente se dispone a bajar".

En su declaración ante el juez, F.B. reconoce que el coche en el que él y sus amigos iban esa noche era robado, pero niega la versión policial que les atribuye también el robo en el interior de una bodega. Afirma que los policías, cuando le trasladaban con el rostro ensangrentado al Gregorio Marañón, le dijeron que el autor de los disparos había sido "el dueño de la bodega".

El citado portavoz policial admite que el dueño del bar no pudo ser el autor de los disparos porque "no estaba ese día allí".

La víctima comentó al juez que, durante el traslado al hospital, pidió a los agentes que acelararan porque se encontraba muy mal y que éstos le respondieron con un "jódete, cabrón".

"Habeas corpus" denegado

F.B. fue atendido esa misma noche en el Gregorio Marañón. Su madre, Joaquina, fue avisada de madrugada por la policía de que su hijo se hallaba hospitalizado. Su abogado en ese momento, Guillermo Pérez-Reyes, se presentó esa noche en la comisaría para pedir una explicación sobre lo ocurrido. "Pero ni a mí ni a la madre nos dijeron nada; al contrario, todo fueron malos modos", señala el letrado. Ante esa tesitura, el letrado solicitó un hábeas corpus al juez de guardia, pero éste lo denegó. El juez ha deducido testimonio para que se averigüe la verosimilitud de la versión policial y ha ordenado que se inpeccione el coche y se hagan pruebas de balística.

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