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FÚTBOL Final de la Copa del Rey

La hinchada le pide al "Piojo" López que siga en el club el año que viene

Claudio Piojo López, de 25 años, es tan apasionado dentro de la cancha como fuera, según se ratificó ayer en las celebraciones de su equipo. Lo festejó con rabia, con exageración, con fuerza. Primero se desembarazó de la chaqueta, después comenzó a empapar la camisa de sudor y más tarde se agarró a la Copa y a todo tipo de banderas para blandirlas en dirección al aficionado de a pie, con el que el Piojo se siente especialmente identificado. "Un abrazo grande y disfruten, que es para ustedes", gritó el Piojo a sus seguidores desde el balcón del Ayuntamiento. Por ahí, por el cariño popular, quiso el presidente Cortés entrarle a su máxima estrella para hacerle cambiar de opinión y evitar que se marche del Valencia. Pero será difícil. El internacional argentino ha firmado un precontrato con el Lazio para las seis próximas temporadas, según declaró la semana pasada el agente del futbolista, Gustavo Mascardi. Para ello, el Lazio deberá pagar la cláusula de rescisión del jugador: unos 3.800 millones de pesetas.

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La final del sábado en Sevilla ha revalorizado más si cabe a varios jugadores del Valencia. Uno es Claudio López, naturalmente; el otro, Mendieta, que ya venía de un año y media de gran progresión, pero fue el sábado cuando dio un salto definitivo. Su cláusula, 2.000 millones de pesetas, no se antoja una cantidad excesiva. El Real Madrid está muy interesado. Y el jugador, pese a una enorme timidez, está encantado de ver subir su prestigio.

Su actuación el sábado ante el Atlético ha causado sensación incluso entre quienes lo conocen bien, como el ex guardameta internacional Andoni Zubizarreta, que se reunió tras la final a cenar con sus ex compañeros del Valencia, con quienes jugó cuatro temporadas. "Si Mendieta fuera un jugador extranjero, estaríamos hablando de que vale miles de millones", comentó Zubizarreta.

Al contrario que el Piojo, Mendieta, a pesar de ser uno de los más aclamados, no se sintió tan cómodo entre la multitud que lo aclamaban. Para alguien tan tímido como Mendieta, hablarle a la multitud desde el palco del Ayuntamiento de Valencia no es el mejor plan para una tarde de domingo. Ni siquiera después de ganar la Copa. Y de ser el mejor jugador de la final.

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