El Getafe se hace grande

Tres años y ciento ocho minutos tardó el Getafe en lograr el ascenso a Segunda. Fue el de ayer el partido eterno, que se alargó 18 minutos más allá del tiempo reglamentario, para agonía del respetable. El empate bastó a los de Martín Prado para atrapar el éxito. Pero el partido duró una eternidad, dado que algunos aficionados saltaron al césped antes de que acabara lo que ya resultaba inacabable. Y como de intrusos se llenó aquello, el árbitro le dio cuerda al reloj hasta límites insospechados.

No fue el Getafe de anteriores ocasiones, quizá porque los nervios le pasaron factura. El equipo se adelantó pronto en el marcador y pudo sentenciar. Una, dos, tres veces. No lo hizo y el Murcia empató. Guardaba alguna remota esperanza el cuadro murciano de darle la vuelta a lo previsto y birlarle el ascenso a su rival. Y apunto estuvo de conseguirlo, no en vano el guardameta Pablo, salvó al Getafe cuando el minuto 90 ya pertenecía al pasado. Todo lo que ocurrió en esos últimos instantes fue un magnífico tratado de todo menos de fútbol. El público la emprendió contra el árbitro y éste reaccionó a lo grande, defendiéndose a tarjetazos. Hubo nervios, polémica, pulsiones, hasta cinco en el cómputo global del partido y, por fin, llegó ese insólito minuto 108. Entonces silbó el árbitro y el Getafe firmó un ascenso más que merecido, que le devuelve tres años después a la categoría soñada.