Toda la épica de la Copa
Entre el entusiasmo de sus seguidores, Atlético y Valencia disputan la final de un torneo injustamente devaluado
Contra aquellos que de-sestimaron la Copa como un objetivo de valor, el Atlético y el Valencia ofrecerán esta noche (21.30, TVE-1) en Sevilla la mejor versión de un torneo injustamente tratado en España. Nada como la Copa para medir la naturaleza tribal del fútbol. A un solo partido, después de una larga serie de eliminatorias, dos equipos buscan un título que ha movilizado a 45.000 aficionados de los equipos. Semejante riada desacredita a quienes han devaluado la Copa: algún entrenador y la propia Federación Española, que no encuentra la fórmula para levantar el vuelo del torneo que organiza. Siempre a desmano en la larga temporada de Liga, buscándose un mal hueco, la Copa se resiste a todas las tropelías. Basta observar la enorme expectación que ha despertado la final de Sevilla. Hay algo de improbable en la presencia del Valencia y el Atlético en la última cita de la temporada. Hace doce meses, el Valencia comenzó un extenuante periplo, a través de la Intertoto, la Liga, la Copa de la UEFA y la Copa de España. En cada una de las competiciones se ha exprimido al máximo. Con resultados excelentes. En tiempos donde los cómodos cuestionan la posibilidad de atender con eficacia a un alto número de competiciones, el Valencia ha logrado algo parecido al Manchester y el Bayern de Múnich: luchar hasta el último día por todos los objetivos. Al día de hoy, no parece el equipo más fatigado del mundo. Todo lo contrario. Ningún equipo español ha mantenido el ardor competitivo que ha caracterizado al Valencia durante su larguísima temporada. Viene de perlas para desmontar algunos mitos que se han instalado en el fútbol sin base alguna. Este Valencia extremadamente laborioso ha alcanzado la final después de batir al Barça y el Madrid. Y en los corrillos aparece como favorito, siquiera por la solidez que ha demostrado hasta ahora.
También se hacía impensable el acceso del Atlético hasta la final de Sevilla. Metido en problemas que parecieron irresolu-bles en la segunda parte de la temporada, el Atlético ha despegado a última hora. Nadie podía sospecharlo después de las lesiones de Kiko, Correa, Jugovic y Valerón, después de la destitución de Sacchi, el brevísimo interregno de Carlos Aguiar y el delicado periodo que le tocó vivir a Antic. El Atlético llegó a asustarse ante la inminencia de la promoción y pocos confiaron en su suerte tras el empate con el Deportivo en la ida de la Copa. Sonaban tambores de guerra. Pero en dos semanas, el equipo rojiblanco ha experimentado una especie de catarsis: ganó al Madrid, evitó la promoción, derrotó al Deportivo en la semifinal de Copa y alcanzó un puesto en la próxima Copa de la UEFA con su victoria frente al Celta en Balaídos. Todo en una tacada. En el momento más imprevisto. Típico de un equipo singular a lo largo de la historia. Una temporada que se presumía angustiosa puede acabar de forma espectacular. Para eso sirve la Copa, entre otras cosas.
Los duelos en la Liga hablan a favor del Valencia, que superó al Atlético en los dos partidos. La velocidad de los delanteros, especialmente la de Claudio López, se reveló imparable para los defensas rojiblancos, lentos y aturdidos durante la mayor parte de la temporada. Como sucedió con el Barça y el Madrid, la defensa del Atlético ha sido víctima del síndrome Piojo. El balín argentino resultó imparable en el partido del Calderón. Detenerle será la principal preocupación de Antic. Parece que el técnico rojiblanco no dedicará ningún marcador a perseguir a López. No son de su estilo las persecuciones individuales. Por ello se antoja crucial la actuación de Molina, un portero capaz de desactivar los pelotazos a los delanteros por su facilidad para jugar al borde del área.
El Atlético también dispone de su velocista particular. José Mari puede meter en problemas a los veteranos defensas del Valencia. Sin embargo, no parece casual que la recuperación del Atlético se haya producido con el regreso de Valerón, situado por fin en su verdadera posición. Con Antic, comenzó en la banda derecha. Después de su lesión, volvió para situarse como estación de paso entre Bejbl y la delantera. Sus actuaciones han sido magníficas, sobre todo por su capacidad para articular el juego de un equipo que se había distinguido por su desarticulación.
El partido se antoja apasionante porque los dos equipos se sienten liberados. Cada uno ha cumplido sus objetivos. Uno está en la Liga de Campeones; el otro se ha metido en la UEFA. La Copa significa la posibilidad de un gran premio. Así lo han entendido las dos aficiones, que ven en la final lo que siempre ha sido: un torneo que procura emociones máximas, lo quieran o no aquellos que poco hacen por prestigiarle como merece.
Atlético: Molina; Geli, Santi, Chamot, Serena; Aguilera, Bejbl, Valerón, Lardín; Juninho; y José Mari.
Valencia: Cañizares; Angloma, Roche, Djukic, Carboni; Farinós, Milla, Angulo, Mendieta; Ilie y Piojo López.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.