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Blair advierte de que el Acuerdo del Viernes Santo es la oportunidad final de paz en el Ulster

Isabel Ferrer

Enfrentado a su mayor reto, lograr la paz en Irlanda del Norte, el primer ministro británico, Tony Blair, llenó ayer la Cámara de los Comunes de frases solemnes. Si el Acuerdo del Viernes Santo de 1998 falla, "volverá la violencia a la región; es nuestra última oportunidad", dijo, asediado por las peticiones del Partido Unionista del Ulster de que sustituya a Mo Mowlan, su ministra para la región, y exija de una vez al IRA la devolución de las armas. Gerry Adams, líder del Sinn Fein, dijo que si la última ronda negociadora falla, la situación puede dislocarse.

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Gerry Adams considera que si el proceso no avanza, la situación "puede escapar a cualquier control"

Blair habló en los Comunes después de anunciar que no viajaría hoy a Belfast para reunirse con Bertie Ahern, su homólogo irlandés. Ambos asistirán el viernes en Londres al funeral en memoria del cardenal Basil Hume, cabeza de la Iglesia católica británica. La próxima semana reanudarán sus conversaciones con la vista puesta en el 30 de junio, plazo definitivo para lograr un compromiso que permita, entre otras cosas, avanzar en la formación del Gobierno autónomo compartido entre las fuerzas políticas de la provincia y núcleo del Acuerdo del Viernes Santo. El líder laborista aprovechó también su alocución de ayer para recordarle una vez más al Ejército Republicano Irlandés (IRA) que la devolución de las armas "puede negociarse, pero es imperativa". A Gerry Adams el tono de sus palabras no le gustó demasiado y, desde Belfast, contestó con cierto sarcasmo : "El proceso político de paz está estancado y vuelven a hablar de armas. Qué curioso". Blair, que reconoció la noche del martes ante la televisión del Ulster que carecía de un "magistral y secreto plan B" si el acuerdo fallaba, aseguró, asimismo, que ya está bien de palabras. "No hacemos más que hablar y hablar. Es hora ya de actuar".

Blanco de críticas

Fiel a su líder, la ministra Mo Mowlan insistió en que las negociaciones llegarán a buen fin antes de que concluya el mes de junio. Su dimisión, pedida a voces en las últimas horas por el Partido Unionista del Ulster (UUP), no era motivo de alarma. Más bien una característica, desagradable pero previsible, de su propio cargo. "Va con este empleo ser blanco de críticas, pero sólo me iría si creyera que ya no puedo ser útil", aseguró ayer. Para ella, asuntos como el decomiso de las armas son mucho más importantes que su futuro político. Sobre todo porque es muy posible que deje el puesto de Irlanda del Norte cuando Tony Blair remodele el Gabinete en julio próximo. Muy molesto por la liberación como parte del Acuerdo del Viernes Santo de Patrick Magee, el terrorista que puso una bomba en 1984 en el Gran Hotel de Brighton y mató a cinco personas tratando de asesinar a la entonces primera ministra conservadora Margaret Thatcher, el líder unionista David Trimble ha llegado incluso a sugerirle a Blair los nombres de los sustitutos más deseables de Mowlan. Ella es "el mayor impedimento actual" para que las negociaciones avancen. Peter Mandelson, el caído ministro de Comercio e Industria, sería, por el contrario, muy bien visto en Belfast. Hasta el ayudante más cercano de Mowlan, Paul Murphy, le parecería bien a Trimble, enfrentado a las divisiones internas de su propio partido y necesitado, por tanto, de un golpe de efecto que contente, o por lo menos tranquilice, a sus críticos.

Devolución de las armas

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Al Partido Democrático Unionista (DUP), cuyo rostro más reconocible es el reverendo Ian Paisley, le quita el sueño la devolución de las armas. Incluso sospecha que John de Chastelain, el general encargado de supervisar la entrega, trate de esquivar el problema. Una nota remitida por el militar a todos los partidos políticos del Ulster preguntándoles si de verdad creen "firmemente" que todas las pistolas acabarán sobre la mesa para el año 2000, les ha estremecido. Para Paisley, semejante demanda demuestra que De Chastelain estaría dispuesto a "rehuir sus obligaciones". Cuando Tony Blair habló en los Comunes ya sabía de los temores de Paisley y las críticas de Adams. De ahí su firmeza al recordar que la entrega del arsenal armado es uno de los requisitos del Acuerdo del Viernes Santo. "Es una obligación, no una precondición, y el 30 de junio es una fecha inaplazable", afirmó. No se le escapa que la temporada de marchas, y en especial la de la Orden de Orange en Dumcree, llega en julio. Si el bloqueo negociador no consigue romperse, los brotes de violencia de los que Gerry Adams hablaba ayer en un artículo publicado por el rotativo The Times pueden resultar muy difíciles de controlar. De momento, el Ejército británico ha enviado ya 1.300 soldados extra a Irlanda del Norte.

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