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Acosos que dejan huella

J. J. PÉREZ BENLLOCH Un ex director general socialista de la Consejería de Cultura, y sin embargo un tipo inteligente, abogaba estos días por la conveniencia de investigar la financiación de la campaña electoral desplegada por el Bloc-Els Verds. Lo que en realidad estaba sugiriendo el hoy profesor y publicista es que la dicha fuerza nacionalista era feudataria del PP por los subsidios recibidos de este partido. La invectiva no es soprendente, pues en realidad ha sido alentada temerariamente por un buen número de sus compañeros, empecinados en desacreditar a las huestes de Pere Mayor. Eso sí, sin aportar el más leve de los indicios demostrativos de esta insólita tutela económica. Debo suponer que a los dirigentes de la coalición cuestionada no ha de importales un ardite que se escudriñen sus cuentas rastreando el origen de cada peseta. Tanto la modestia de las cifras invertidas como su transparencia les aliviaría de este malicioso acoso y revelaría, además, la generosidad de no pocos de sus militantes a la hora de rascarse el bolsillo o de suscribir créditos personales para pagarse la concurrencia en los comicios. ¿Podrían alegar lo mismo sus inquisidores, quienes habrían de ser ciertamente más prudentes y no mentar la soga en casa del ahorcado? Supongo asimismo que, liquidado el trámite electoral, cesarán estos infundios que bien poco habrán contribuido al entendimiento entre ambos colectivos, digo de socialistas y nacionalistas. En plena faena pactista sólo faltaba que fuesen con provocaciones a gentes, como las del Bloc, que están hasta las narices -y entiéndasenos el eufemismo- del ninguneo y puteo a que han sido sometidas por el otrora partido hegemónico. Si tan débil o inviable consideran esta opción política, y están en su derecho de así reputarla, ¿por qué pierden tanto tiempo los del PSPV en darle caña? Claro que esta misma pregunta podríamos formulársela a los estrategas de Acció Cultural, obstinados en una operación tan fratricida como delirante. Pero esto es un asunto de familia que merece otro día un comentario, posiblemente más amargo e irritante, pues nunca como en estos comicios se ha tenido la oportunidad de saltar el listón estatuario y entronizar parlamentariamente a los nacionalistas. Hubiera bastado, simplemente, un poco más de dinero, unos días más de campaña y menos zancadillas, si es que otra suerte de apoyos le están vedados a la mencionada entidad. Pero a lo que íbamos. Es tiempo de pactos y hemos de suponer nuevamente que los dirigentes del PSPV exhortarán a los del Bloc para que hagan tabla rasa del pasado y se apresten a colaborar en gobiernos municipales de progreso. Sensata y atendible petición que los nacionalistas sabrán administrar a su antojo, que no siempre será el del partido, sino el que frecuentemente se decante de los intereses y juicio de sus ediles en cada pueblo. ¿O es que esos dos centenares largos de concejales van a olvidar el desdeñoso trato que a menudo les ha inflingido el pariente socialista? Como es lógico, habrían de primar en todo caso las conveniencias de los ciudadanos y la eficiencia de los equipos gestores, algo sobre lo que en estos momentos el Bloc puede decir muchas cosas. Sin espíritu vindicativo, pero también sin condicionamientos ni predeterminaciones de quien tan mal le ha querido: el PSPV.

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