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Entrevista:

LUIS RACIONERO ECONOMISTA Y ESCRITOR "En este siglo ha habido progreso tecnológico y un regreso moral"

El ingeniero, economista y urbanista Luis Racionero (Seo de Urgell, Lérida, 1940) ha sido uno de los principales introductores en España de aquellas corrientes de pensamiento que tuvieron su máximo esplendor en el decenio de los sesenta y que ahora están asimiladas en muchos discursos no tan transgresores como podría suponerse. Adalid del ecologismo, de la mirada a otras tradiciones filosóficas que no fueran la occidental, Racionero clausuró la pasada semana las jornadas sobre gestión de la cultura celebradas en Vitoria con una conferencia que recorrió el concepto de valor desde los principios de la historia hasta hoy. Pregunta. El siglo XX se caracteriza por su increíble avance tecnológico, ¿ha existido un progreso similar en lo cultural? Respuesta. Lo que ha ocurrido en este siglo que ahora termina y que, por cierto, anuncia un nuevo milenio que no afecta a más de la mitad de la humanidad, es que ha habido un progreso tecnológico y un regreso moral, lo que yo llamo un progreso decadente. Éticamente no hay avance. Ahora bien, la tecnología sí ha tenido un gran impacto sobre la cultura diaria: permite que se trabaje menos horas. Ya hace 20 años anuncié en mi libro Del paro al ocio que había que reducir la jornada laboral, de lo que ahora tanto se habla. En el siglo pasado se trabajaba 60 horas y a comienzos de este siglo se consiguieron las 40. Ya era hora de que hubiera una reducción del tiempo de trabajo, después de los avances tecnológicos de los últimos treinta años. P. Pero se ha perdido aquella mitificación del progreso técnico de las vanguardias. R. Ya no es aquella deificación de la técnica que tenían los futuristas; para nosotros la tecnología no es tan importante, es un instrumento que sirve para vivir mejor pero que no hay que mitificar. Opino que la tecnología hay que usarla desde la ecología. P. Sin embargo, el pensamiento ecologista poco tiene que ver con la tradición filosófica occidental. R. En un artículo de Morton White que traduje en los primeros años setenta para Revista de Occidente ya se constataba cómo el único precedente ecologista en la tradición occidental había que buscarlo en los franciscanos, los únicos que han mostrado respeto por la naturaleza. Y es que la cultura occidental separa al Creador de la creación y establece al hombre como el rey de la creación, mientras que las distintas filosofías orientales y de otros pueblos de la Tierra consideran al ser humano y a la naturaleza partes del mismo todo. P. ¿Se tienen en cuenta estas consideraciones en Occidente hoy día? R. Hay dos aproximaciones posibles. Una, la que lleva a cabo gente con sensibilidad espiritual, los tontos como yo (ya que dicen que sólo a los tontos se les aparece la Virgen), que intuimos que la materia no está muerta. Pero también se puede llegar a esta concepción, si se quiere panteísta, desde la física moderna: si los filósofos estudian la teoría cuántica, verán cómo se ha desmaterializado la materia. Los grandes físicos eran todos deístas y hasta panteístas. P. ¿Y puede ser posible este viraje en el pensamiento de nuestro tiempo? R. Si algo caracteriza a la tradición cultural occidental es la revisión continua de sí misma, lo que no ocurre en otras culturas que tienen unos dogmas inmutables. Así que, igual que en los siglos XVI y XVII se inventó el paradigma mecanicista, ahora hay que hacer llegar a la gente las implicaciones de la teoría cuántica. P. Usted ha contrapuesto siempre el Mediterráneo con los pueblos del Norte, con los bárbaros; sin embargo, los países escandinavos pasan por el mejor ejemplo de civilización. R. El Mediterráneo lleva milenios de civilización, porque la palabra civilización, viene de civitas, ciudad, y las culturas del Mediterráneo llevan muchos siglos viviendo en ciudades, mientras en el centro y el norte de Europa sólo había páramos y bosques. Este ha sido uno de los problemas del mal uso de la tecnología, que se utiliza con mentalidad bárbara. Los británicos hicieron la revolución industrial sin estar civilizados. Así, la civilización occidental no ha seguido aquellas dos máximas, los dos valores principales de la cultura griega, que aparecían en el frontispicio del templo de Delfos: "Conócete a ti mismo" y "Nada en exceso". Sobre todo esta última, que está en el fondo del pensamiento ecologista.

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