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El satélite "Caleta"

"El cielo está cubierto por nubes anaranjadas: lloverá en unos minutos". ¿Quién no ha escuchado un pronóstico o no se ha lanzado alguna que otra vez a predecir el tiempo que hará a la tarde o al día siguiente sin la base científica de los meteorólogos o la observación del Meteosat? La intuición y ciertas claves naturales llevan con mayor frecuencia a pescadores y a agricultores a buscar el momento más idóneo para el desarrollo de sus faenas. En este arte de pronosticar artesanalmente los fenómenos climáticos, los cabañuelistas pondrían ese grado de profesionalidad heterodoxa que encierran todas las aficiones o profesiones. No llegan al centenar en toda España, pero siguen fieles a sus propias costumbres y creencias ancestrales. La Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Cádiz ha reunido durante tres días a una treintena de estos analistas de la naturaleza. Había expectación por ver cómo de la teoría y puesta en común de sus conocimientos pasaban a la práctica. Y cumplieron con creces, aunque no en la arena de la playa de la Caleta, como habían prometido, porque, según dijo uno de los cabañuelistas, "hace mucho calor". Lo cierto es que proyectan cierto grado de genialidad y hermetismo simpático cuando se atiende a sus explicaciones: "Partimos de un móvil", describe el marino Felix Esquitino, "que es elongación de la estrella Sirio, como hacían los egipcios, porque los diferentes calendarios que existen no se ponen de acuerdo y es necesario atender a las indicaciones del cosmos y de los planetas". Especial atención prestan a los mensajes del astro Gaya. Creencias excéntricas aparte, predicen el clima compartiendo el lenguaje de la naturaleza y su conexión con el tiempo. El momento neurálgico de su actividad se produce en el mes de agosto con el inicio de la elongación de Sirio en 9º 00" 02"" en su signo de Leo. Los primeros 12 días de agosto se corresponden correlativamente con los meses del año siguiente. Son las cabañuelistas maestras. "Durante esos días observamos todos los fenómenos y variaciones de la naturaleza que nos avanza como serán las estaciones venideras", detalla Antonio González Brizuela, miembro del Grupo de Astrometeorología Hispánica y Cabañuelas, con sede en el pueblo toledano de Mora. El 13 de agosto se descansa y vuelta a empezar el 14 del mes estival. Hasta el 25 de agosto se analizaría a la inversa el fenómeno: 14, mes de diciembre; 15, mes de noviembre; etcétera. Son las cabañuelas retorneras. Es la relación día-año o tiempo meteorológico-metrológico. "El mejor momento para conectar con la naturaleza y para interpretar el momento en el que se producen mayores cambios climáticos", precisa González Brizuela. Su biblia es la naturaleza. "Hay que saber entenderla, escucharla y analizarla porque en la mayoría de las ocasiones se comporta como un ser vivo que necesita cariño", explica Esquitino. Mantienen esta tradición con más de 6.000 años de existencia, aunque lamentan que la edad media de los aficionados a la cabañuela sea cada vez mayor. En este tercer congreso, liderado por el decano Manuel Plaza, han querido lanzar un mensaje de auxilio para que esta tradición no se pierda. Sobre la mesa una invitación a hacerse socio de esta actividad: "Nosotros empleamos métodos rudimentarios y no le pedimos a la gente que calcule el logaritmo de Pi por la enésima potencia de Osa. Tan sólo una exigencia o compromiso para desempeñar con dignidad la tarea: Dormir bien el día anterior, evitar las bebidas alcohólicas durante la observación, beber agua clara y estar bien con la señora, con los hijos y, a ser posible, con Dios", explica Plaza.

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