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Reportaje:EXCURSIONES

La trocha del trueque

Viejos robles jalonan la senda que utilizaban en Puebla de Sierra para comerciar con sus vecinos

Uno de los retrocesos del progreso, que ya advirtió Unamuno hace 80 años, es que "a ciertas regiones, y más de sierra, las carreteras primero, con sus diligencias y postas, los ferrocarriles después, las han aislado más que estaban. Cuando casi todos eran caminos de herradura, a través de fragosidades serranas, no pocos trechos o calzadas, que seguían los más a pie, algunos a caballo o con mula, y tal cual en silla de manos..., no había diferencia de recorrer unos y otros. Y así, en aquella bendita Edad Media, la gente viajaba más que ahora viaja y pasaba por sitios que hoy nos resultan retirados, remotos y casi inaccesibles" (Andanzas y visiones españolas). Veamos un caso práctico y clamoroso. Para acercarse desde Puebla de la Sierra (Madrid) al vecino lugar de Valdepeñas de la Sierra (Guadalajara), en vez de atajar a pie por el monte -12 kilómetros en línea recta- como antaño se hacía, hoy el asfalto obliga a dar un rodeo morrocotudo por Robledillo de la Jara, la presa del Villar, El Berrueco, Torrelaguna y Patones de Abajo: ¡70 kilómetros de carreterillas endiabladas que suponen una hora y media de conducción!, casi lo mismo que tarda un prisicas de la capital en llegar a Burgos.

Por el camino de Valdepeñas se iba no sólo a esta aldea, sino a las madrileñas de El Atazar y Patones, atrochando desde el valle de la Puebla por un estribo del pico Centenera. Esta senda de mulas favorecía el comercio entre vecinos: Puebla exportaba legumbres a trueque de uvas, melocotones, higos..., frutos imposibles a estas alturas -1.161 metros- de la sierra. Una vez mejoradas -o empeoradas, según se mire- las salidas del valle, pero sólo hacia el norte y poniente, con la construcción de las carreteras a Prádena y a Robledillo, este camino sureño se abandonó y hoy se da la paradoja de que es más fácil hacer negocios con Nueva Zelanda desde un corral de Puebla -existe incluso un repetidor de telefonía móvil en el puerto- que trocar un choto con un vecino de Valdepeñas o El Atazar.

Para desempolvar este camino olvidado, nos acercaremos al área recreativa Parque Avellanos -a medio kilómetro de Puebla por la carretera de Robledillo-, donde, además de estos arbustos, medran hercúleos robles melojos y frondosos alisos, que, con sus flores colgantes -cilíndricas las masculinas y a modo de piñitas las femeninas-, semejan altas damas probándose pendientes en el espejo del río de la Puebla. Cruzando este afluente del Lozoya por la pontecilla que hay junto al aparcamiento y trepando por la ladera contraria, saldremos en un instante al camino de Valdepeñas, una ancha pista de tierra flanqueada por viejos robles, fresnos y arces de Montpellier, que seguiremos a manderecha, valle abajo, sin tomar desvío alguno.

A dos kilómetros largos del inicio -tres cuartos de hora-, la pista muere en el barranco del arroyo del Portillo, ante una preciosa represa orlada de álamos y peñascos. Reducido a un senderillo, el camino de Valdepeñas continúa hacia el sur salvando el arroyo por una pasadera, trepando a un rellano herboso con excelentes vistas y llevándonos, en media hora más, hasta el afilado espolón de la peña de los Arcos, soberbio mirador desde el que se divisa el caserío de Puebla de la Sierra, custodiado a poniente por Peña la Cabra (1.834 metros) y a naciente por la Tornera (1.866). Abajo, a nuestros pies, corre el río de la Puebla, sumido en una maravillosa locura geológica de cuarcitas y pizarras con más pliegues que una gorguera.

Una hora más y ganaremos el collado de la Penilla, o de las Pinillas, punto final y culminante del recorrido -1.440 metros-, donde confluyen los términos de Puebla, Valdepeñas y El Atazar. Esta última aldea dio nombre en 1972 al enorme embalse cuyas aguas acrecentaron más si cabe el aislamiento de estos lugares, obligando a los coches a dar tal vueltón que, para ir de Puebla a Valdepeñas o a El Atazar, cuesta menos calzarse unas botas y pegar esquinazo al asfalto -que otros llaman progreso- por la trocha del trueque.

Llegar, caminar y dormir

- Dónde. Puebla de la Sierra dista 96 kilómetros de Madrid por la autovía del Norte (N-I) hasta La Cabrera, y por la M-127 hacia El Berrueco, Cervera de Buitrago y Robledillo de la Jara, de donde sale la M-130 hacia Puebla. Hay autobuses desde la plaza de Castilla ( 91 3145755). - Cuándo. Ruta de 12 kilómetros y unas cuatro horas, con un desnivel acumulado de 400 metros, y sólo recomendable en primavera y en otoño, pues el resto del año el valle es un horno o una nevera.

- Quién. El Ayuntamiento de Puebla de la Sierra (91 8697254) ha editado un folleto que describe el camino de Valdepeñas y se ofrece gratis en varios establecimientos del pueblo. También en la guía de Manuel Rincón Andar por el macizo de Ayllón (Ed. La Tienda), itinerario 39.

- Y qué más. Cartografía: mapa Sierras de Ayllón y Ocejón, a escala 1:50.000, editado por La Tienda Verde (Maudes, 23 y 38). Se puede pernoctar en El Parador (91 8697256) o en casas rurales (91 8697058/7217).

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