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José Carlos Llop: "El dietario exige y facilita la complicidad con el lector"

Con la publicación, por partida doble, de un dietario y de un libro de cuentos, el escritor José Carlos Llop (Palma de Mallorca, 1956) se presenta estos días en las librerías como el tipo de escritor inglés que asegura que tiene como modelo. El de aquéllos, "como Graves y Durrell", que tocaban todas las teclas y "se veían en todos los géneros". El dietario El Japón en Los Ángeles (Península) es el cuarto que escribe desde 1990 y cubre los años 1996 y 1997. Cuenta Llop que -al igual que sus precedentes, La estación inmóvil, Champán y sapos y Arsenal- este nuevo diario no es un mero recuento de recuerdos e impresiones: "Las vivencias y la manera de contemplar el mundo del autor crean un personaje". Un personaje que es como un viajero o, como escribe el autor en las páginas del libro, "un turista" de sí mismo. El autor, que define el género del dietario como "el laboratorio por excelencia de las metamorfosis humanas", cree que los escritores españoles de la primera mitad del siglo lo aparcaron "por una mala concepción del sentido del pudor". En esta segunda mitad de siglo, y según Llop, autores como Jaime Gil de Biedma, el primero, y, más tarde, Valentí Puig, Andrés Trapiello, Miguel Sánchez Ostiz y él mismo han recuperado "de la nada la diarística como género literario". Aunque cada uno a su manera: "Siendo tan disímiles, estamos creando una vía para establecer una tradición en España", asegura. Un género que se parece a la novela en que "el lector hace suyas las vivencias del autor". Quizás más: "El diario exige y facilita enormemente la complicidad con el lector, aunque puede existir el rechazo". José Carlos Llop, quien además de dietarios ha escrito poesía y novela, tiene una definición para cada género: "Los diarios son confortables, la novela es una pasión extremada y la poesía, intensidad". En cuanto a los personajes de los relatos de La novela del siglo (Muchnik), Llop dice que "tienen una vida fantasmal". Son seres "que se encuentran en la deriva, que están retirados porque una vez se creyeron que estaban en el centro del mundo". Y explica: "Todos vivimos un momento de esplendor en nuestras vidas. Cuando este esplendor se apaga, unos lo viven como si no lo hubieran tenido nunca y otros intentan recuperarlo o recordarlo ad infinitum". Como telón de fondo de todas estas historias en minúscula vividas por personajes que también define como "extraterritoriales", Llop sitúa la historia en mayúsculas, la de un siglo XX que se acaba.

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