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El primer ministro belga admite su derrota y presenta la dimisión

El primer ministro belga, el socialcristiano flamenco Jean-Luc Dehaene (CVP), reconoció ayer su derrota en las elecciones legislativas. Presentó su dimisión al rey de los belgas, Alberto II, y anunció su pronto abandono de la política. La caída de socialcristianos y socialistas, la explosión al alza de los ecologistas y los moderados avances de los liberales convierten en muy difícil el panorama para formar Gobierno, complicado por el eterno problema regional de Bélgica.

"Es un golpe muy duro para los partidos de la mayoría y especialmente para mi partido y para mí personalmente. Ha sido un fracaso sangrante", declaró ayer Dehaene. Y reconoció a renglón seguido que la crisis de la dioxina ha acabado con su carrera política tras dos legislaturas al frente del Gobierno federal. "Asumo la plena responsabilidad y la asumo solo. Es tiempo de hacer otras cosas. No nací en la política y no moriré en la política", dijo. Pero "no será fácil formar un nuevo Gobierno", vaticinó. Y no lo va a ser. Los liberales flamencos perdieron a última hora un escaño, haciendo imposible la única combinación que permitía formar gobierno con solo cuatro partidos: liberales y socialcristianos flamencos y valones. Se abre ahora una serie de combinaciones con cinco y con seis partidos. Los resultados finales sancionaron una profunda caída de los partidos de la coalición saliente. Los socialcristianos flamencos perdieron siete de sus 29 escaños y dejaron de ser por primera vez en 50 años el partido más votado del reino. Sus correligionarios valones, a los que las encuestas vaticinaban un desastre, mantuvieron el tipo al perder sólo dos de sus 10 escaños. Los socialistas flamencos recibieron un terrible castigo y pasaron de 20 a 14 diputados. Los francófonos cayeron de 21 a 19, pero lograron seguir siendo el primer partido francófono.

Los liberales subieron, pero no como la espuma. Ganaron dos escaños en Flandes (para tener 23) y se quedaron igual en Valonia (18). La extrema derecha perdió terreno entre los francófonos (perdieron uno de sus dos diputados) pero lo ganó en Flandes (de 11 a 15). Y los grandes triufadores fueron los ecologistas, que progresan cinco escaños en el sur (ahora tienen 11) y cuatro en el norte (donde tienen 9).

Lo lógico es que los liberales formen el núcleo duro del Gobierno, pero han de pactar o bien con los socialcristianos (que encarnan todos los males del Ejecutivo saliente) o bien de los socialistas, con los que les separan enormes diferencias en materia económica y social. En cualquier caso necesitarán el apoyo de otra familia política, probablemente de los ecologistas. Dejarles fuera, cuando han simbolizado el grito de cambio de los electores, sería mal comprendido entre unos ciudadanos que cada vez miran con más desconfianza a las familias políticas tradicionales.

Es ese sentimiento el que dificulta una gran coalición con los seis grandes partidos tradicionales (socialcristianos, socialistas y liberales del norte y del sur. Los socialistas francófonos se impusieron ayer el acuerdo de cerrar un pacto de gobierno con liberales y verdes tanto a nivel federal como regional en Bruselas y en Valonia).

Las diferencias regionales aumentan las dificultades para formar una mayoría homogénea. Los liberales han sido el primer partido en Flandes, pero los socialistas siguen siendo los primeros entre los francófonos. Al tiempo, los socialistas han recibido un duro castigo en el norte y los liberales no han progresado en el sur. La tradición obligaría a contar con estas dos familias políticas, ideológicamente antagónicas, a formar parte del ejecutivo. Pero necesitarían encontrar a un tercer socio.

Tanto la prensa flamenca como la francófona coinciden en calificar de históricas las elecciones. "Los electores quieren que les dirijan otros. Pero ¿cómo?", se pregunta el principal diario flamenco, De Standaart. "Un domingo verde, un lunes azul", titula el socialista flamenco De Morgen en alusión a ecologistas y liberales. De Morgen subraya el fracaso de los xenófobos flamencos del Vlams Blok, que progresaron sustancialmente en Flandes pero fallaron en su objetivo de bloquear la formación de Gobierno en la región de Bruselas.

El francófono Le Soir titula: "De Norte a Sur, Bélgica sacudida por un terremoto electoral". "La mayoría cristiano-socialista se hunde. El CVP entra en coma", añade el diario. "Bélgica gira al verde y al azul", titula el católico La Libre Belgique, que destaca: "Hecho inédito desde la instauración del sufragio universal: los liberales son sin duda la primera familia política del país".

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