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FÚTBOL Segunda División

El Rayo se asegura la promoción

La derrota obliga al Leganés a esperar a la última jornada para firmar su permanencia

El Rayo se asomó a Leganés, hizo los deberes y se largó de allí sabiendo lo que ya sabía: que no depende de sí mismo, que si asciende de manera directa será por errores ajenos. Errores del Numancia, para ser exactos. El Rayo ya tiene conquistada una de las dos plazas que dan derecho a promocionar. A partir de ahí, no es nadie, por mucho que el próximo domingo derribe en Vallecas al Badajoz. Del mal el menos. Al Rayo le aguarda, con seguridad, la promoción. Podría, a día de hoy, volar más alto, si no fuera por ese apego al sufrimiento que le suele invadir. Y que le puede. Y que le nubla. Es el de Vallecas un conjunto técnicamente superior a la inmensa mayoría de los que pueblan la categoría. Y así ha sido reconocido. Un equipo que junta a gente como Pineda, Michel I y Luis Cembranos es un equipo que la puede tocar hasta hartarse, hasta aburrirse y aburrir al que aquello contemple. Pero es también un grupo que se parte en dos en un suspiro, que malvive cuando no posee la pelota. Más que malvivir, se muere.

LEGANÉS 0

RAYO VALLECANO 2Leganés: Raúl; Óscar (Luis Martínez, m.46), Fede, Raúl Pareja, Julián Ronda; Pablo Zuloaga, Teixeira, Mario Jorge (Luis Codina, m.65), Trigueros (Nacho Sierra, m.75); José Mari y Pachón. Rayo Vallecano: Lopetegui; Estíbariz, Cota, Muñiz, Alcázar; Pineda (Pablo Lago, m.65), Tiago (Pablo Sanz, m.73), Luis Cembranos, Michel I (Llorens, m.69); Iván Rosado y Michel II. Goles: 0-1. M.33. Falta que saca Pineda desde el lateral del área e Iván Rosado toca con suavidad y supera a Raúl. 0-2. M.77. Penalti más que dudoso por empujón de José Mari a Llorens que transforma el propio Llorens de disparo raso, a la derecha del portero. Árbitro: Pinar Martínez. Amonestó a Raúl Pareja, Teixeira, José Mari y Cota. Expulsó por dos amarillas a Fede (m.90). Cerca de 6.000 espectadores en el estadio de Butarque de Leganés, con gran presencia de seguidores rayistas.

Sirva como ejemplo el de ayer: cinco minutos tardó el Rayo en arrancar y a esas alturas de partido ya le estaba agradeciendo a Lopetegui los servicios prestados. Porque el Leganés, que aún no ha firmado su permanencia en la categoría, salió a morder y a punto estuvo de hacerlo si Lopetegui no saca la mano a tiempo, lo que ya resulta una historia archiconocida. Se esmeró el Rayo a la hora de tocarla y así derrumbó al Leganés, un rival inferior, por supuesto, pero serio a más no poder, al que le pudieron la ansiedad y las bajas, pero que sigue dependiendo de sí mismo para evitar un descenso que se antoja lejano.

Cuando Tiago juntó al Rayo éste se hartó de llegar. No lo hizo con claridad, cierto, pero sí con sangre fría. La urgencia invadía al Leganés, que no a un Rayo que fue siempre dueño de la pelota. Vio puerta Iván Rosado y el conflicto pareció resuelto. Y lo hubiera estado si Raúl, portero del Leganés, no se estira como lo hizo para rechazar los magníficos disparos de Pineda (m.38) y de Michel I (m.51) .

Pero el Rayo nunca pasó de gobernar el partido a medias. Estaba a punto de meterse en el laberinto de todos los días cuando su técnico, Juande Ramos, decidió que no era cuestión de dejar el triunfo en manos de Lopetegui. Movió el banquillo y le salió de vicio. Tanto fue así que en la primera arrancada de Llorens, que acababa de aparecer, el árbitro vio penalti. Y así, con el 0-2, murió un partido que siempre, para bien y para mal, estuvo en manos de un Rayo que quizá llegue tarde al sprint final, pero que al menos tendrá plaza en la repesca.

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