Un Espanyol sólido se catapulta hacia la Copa de la UEFA

Enfrascados en el todo o nada europeo, Real Sociedad y Espanyol resolvieron su discusión por la vía más insulsa. Dos codazos desapasionados, es decir dos penaltis arrancados de la nada, apartaron definitivamente a los donostiarras de las combinaciones europeas. En Anoeta, el Espanyol se movió como un equipo apelmazado, poco ambicioso y aburridamente ordenado. La Real, en cambio, rescató de la memoria sus mejores movimientos: electricidad, presión, dominio y la habitual falta de puntería para rubricar tanto derroche de buenas intenciones. El encuentro se movía en una sola dirección pero abocado al inmovilismo porque nadie encontraba a Kovacevic, que corría y corría, y menos a Sa Pinto, alocado y trompicado. La cita reclamaba una genialidad y ahí apareció la zurda de De Pedro, uno de los pocos que pueden señalarse presentes en este tipo de urgencias. Su gol premiaba la honestidad de las ambiciones donostiarras; los dos penaltis posteriores sufridos por los locales no se sabe qué premiaron, pero propulsan a los de Brindisi hacia el premio de entrar en la Copa de la UEFA.