_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿Y bien?

ADOLF BELTRAN Efectivamente, Zaplana está que se sale. Ayer se salió de la foto, gracias al estancamiento socialista, a la decadencia imparable de Esquerra Unida y a la debacle de Unión Valenciana (del enésimo intento frustrado del Bloc para acceder al Parlamento más vale no hablar). El PP logró una holgada mayoría absoluta después de cuatro años de gobierno al frente de la Generalitat en los que ha primado una polítia expansiva en imagen, pletórica en prepotencia y hábil, muy hábil, en cuanto a la visión de la escenografía, aunque muy pobre de contenidos y bastante sectaria en las actuaciones puntuales. ¿Cómo lo ha conseguido? La pregunta es fácil de responder: ha jugado fuerte, después de detectar cuáles eran sus opciones. Por ejemplo, Zaplana ha hecho la floritura de dejar a los regionalistas en la cuneta y al Bloc, en la misma cuneta pero con la miel en los labios. ¿Por qué lo ha conseguido? Hoy, en la resaca de las elecciones, se escucharán esas justificaciones de consolación de quienes tenían el objetivo de impedirlo y han fracasado, singularmente de los dirigentes socialistas. El aumento en escaños y en algunos puntos porcentuales (ignorando que la distancia respecto a los populares se ha ensanchado) será uno de esos argumentos de consolación. La verdad es que la izquierda podía haber obtenido mejores resultados (lo revela claramente una abstención doce puntos superior a las autonómicas de 1995 que incluye sin duda a muchos votantes progresistas). La derrota de la izquierda valenciana no era irreversible. Hace poco más de dos meses, el partido socialista tenía un proyecto, una dinámica vacilante pero renovadora. Prefirió presentarse a los comicios con la bandera de la improvisación y la mirada puesta en los egoísmos internos de partido. Por dejar, hasta dejó que en la campaña Zaplana se apropiase de la tercera vía, que no es otra cosa que una de las expresiones provisionales de la modernización de la socialdemocracia en Europa, tan discutible como incitadora. De momento, la única vía del socialismo aquí parece una vía muerta. ¿Y bien?

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_