Nadie mandaba anoche en Pristina
Anoche no mandaba nadie en Prístina. Era una ciudad fantasma, supurando miedos. Sin agua, sin central de televisión y sin un poder claro, en la que se escuchaban ráfagas de armas automáticas. Las tres columnas aliadas -británica, francesa y alemana- iniciaron la ocupación de Kosovo, atravesando un silencio sepulcral de ciudades vacías y también en medio de calurosas manifestaciones de júbilo, expresadas al grito de "NATO, NATO; ELK, ELK", en los pueblos habitados. Los británicos llegaron a la capital, pero no la ocuparon. Optaron por "no humillar a los rusos", según fuentes aliadas, y por integrarlos.
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