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Reportaje:

Coloquio de perros

La Sociedad Protectora de Animales apadrina en un centor de Alcalá de Henares a perros abandonados

Miguel de Cervantes, alcalaíno, consideraba que Coloquio de perros era uno de sus textos más conseguidos. La conversación entre Cipión y Berganza, dos perros a los que el cielo permite hablar una noche, es magistral, una novela ejemplar en todos los sentidos. En las afueras de Alcalá de Henares, 150 perros de variada condición y azarosa procedencia llevan una vida apacible en el albergue de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas. Se trata de una institución no lucrativa que funciona sin subvenciones y que es atendida por voluntarios. Natalia Ruiz, administrativa en una clínica veterinaria de Madrid, acude allí todos los sábados. Ella conoce muy bien a cada uno de los 150 inquilinos del albergue. Los canes la adoran, y viceversa. Sabe la historia de cada uno de ellos: Chulina es una perra mestiza que pululaba por la calle de la Ballesta, buscona sin dueño; Poli se llama así porque fue recogido por un policía; a Bombi lo rescató un bombero en un incendio; Ligón es un guaperas muy solicitado; Gilda recuerda a Rita Hayworth; Brandy tiene pinta de borrachín; Avanzadilla es progre; Elvis parece que está rezando en la capilla; Mendo propende a la venganza; Payasete es como un circo; Tula, aunque ya está serena, sabe lo que es el sentimiento trágico de la vida; Torpedo es un perrazo que adora a los niños...

"Casi todos ellos son perros mestizos, callejeros y apátridas", dice Natalia mientras acaricia a Cachete, el decano de la perromaquia, que está liado con Niebla, venerable matrona con aires de pastora alemana.

La Sociedad Protectora de Animales de Alcalá (teléfono 639100008) ha puesto en marcha una campaña de "apadrinamiento" de perros. Hay amantes de los animales que no disponen de espacio en su casa para tenerlos. Por una cuota de 2.000 pesetas mensuales, el chucho es atendido adecuadamente. Y los "padrinos" (muchos, niños) los visitan los fines de semana. De esta forma, la sociedad puede atender a los gastos, cuantiosos, que ocasiona el alquiler del terreno (una hectárea), la atención veterinaria, la manutención de los animales y el sueldo de un cuidador permanente (el único sueldo de la institución).

El abandono de perros es una crueldad de verano, "pero cada vez es más frecuente durante todo el año", lamenta Natalia. Hay perros que llegan al albergue con graves problemas psicológicos. Algunos permanecen tristes y amedrentados en un rincón de la perrera. Otros tienen obsesiones provocadas por recuerdos dolorosos. Boliche, por ejemplo, se pone histérico y peligroso cuando se le acerca algún niño rubio. "Es seguro", comenta Natalia, "que ha tenido una experiencia traumática con un chaval rubio y sádico...". Pero Boliche, desde que tiene madrina (una niña de siete años y morena), está volviendo a amar a la gente. A pesar de todo, ellos nos quieren querer.

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