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ELECCIONES 13-J Cierre de campaña

PP y PSOE cierran su áspera campaña disputándose el mérito de situar a España en la cabeza de Europa

Los partidos de izquierda confían en que una alta participación el domingo reste poder a los populares

Los primeros espadas de las formaciones mayoritarias que mañana concurren a la triple convocatoria electoral del 13-J -europeas, municipales y autonómicas- quemaron ayer sus intervenciones en los múltiples mítines de final de campaña disputándose el mérito de haber conseguido mejorar el bienestar de los españoles y de situar a España en la cabeza de Europa, y haciendo llamamientos a la movilización del electorado para que el domingo acuda a respaldar con su voto la gestión política de unos u otros. Pero fueron las formaciones de izquierda, PSOE e IU, quienes más hincapié hicieron en este último discurso, ya que ambas están convencidas de que una alta participación les favorecería. En línea con este planteamiento, los socialistas acusaron al Gobierno de José María Aznar de haber caído en la tentación de no fomentar institucionalmente la participación en estos comicios, en una claro gesto, según Joaquín Almunia, secretario general del PSOE, de "deterioro de la democracia". El ex presidente del Gobierno Felipe González añadió en Granada y Sevilla que, en esta campaña, como la derecha ha pretendido "desmovilizar el voto", él se permitía pedir también el apoyo en las urnas de los conservadores y centristas, junto al de los progresistas. En el mismo tono bronco, crispado y áspero de días atrás, unos y otros se dedicaron a cantar las excelencias de sus respectivas políticas resaltando a la vez los fracasos de sus oponentes. José María Aznar, en Bilbao, Valladolid y Madrid, proclamó los éxitos de los populares atribuyéndose en particular el mérito de haber situado a España en el euro y en el grupo de cabeza de los países de la Unión Europea, superando para ello, según su punto de vista, la mala gestión de los 13 años de gobiernos socialistas y enmendando, en particular, los errores de sus sucesivas negociaciones en Bruselas. En estos tres años, el PP, dijo Aznar, "ha oxigenado y limpiado el aire de España". "Ahora", llegó a decir en Sevilla Javier Arenas, secretario general del PP, "estamos en un periodo de sosiego y optimismo, en el que hemos superado la excitación de 1993 y 1996". Antes de regresar a Madrid, donde cerraba campaña en el palacio de Deportes, Aznar se encargaba asimismo de reiterar en Bilbao su compromiso "personal y político, de presente y de futuro, con la paz". Las alusiones al proceso de paz en Euskadi han irrumpido de forma habitual en los mítines del PP a lo largo de esta campaña. Ayer el presidente del Gobierno quiso subrayar con su presencia en el País Vasco el mérito de su partido, durante cuyo mandato ETA ha establecido una tregua indefinida en la que ha dejado de matar. Frente a este discurso, los socialistas, con Rosa Díez en Alicante y Madrid, donde Joaquín Almunia arropó su candidatura y las de Cristina Almeida y Fernando Morán, pusieron el acento en que en estos tres años de mandato de José María Aznar se ha producido en España un deterioro de la democracia y de las instituciones y han retrocedido las políticas sociales y de solidaridad que el PSOE había conseguido durante el mandato de Felipe González. Y recordaron que el mérito de que España esté en Europa, y además bien situada, es suyo. En medio de esta particular pugna PP-PSOE, el coordinador general de Izquierda Unida, Julio Anguita, que días atrás había calentado la campaña con graves acusaciones contra el socialista Javier Solana, al que llamó "criminal de guerra", apelaba anoche en la Casa de Campo madrileña al apoyo de los electores para que de las urnas salga el domingo un bipartidismo basado en la izquierda. "Tenderemos la mano al PSOE hasta que se canse de morderla", proclamó. La preocupación del PSOE y de IU estaba ayer precisamente en movilizar a un número importante de electores y evitar que se produjera una alta abstención. El PP considera que una menor participación le favorecería, ya que está convencido de que sus votantes sí acudirán mañana a la cita con las papeletas. De ahí que Almunia cerrara anoche el mitin de Madrid afirmando: "Cuanta más gente vaya a votar, más grande será nuestra victoria". A la postre, nunca en una campaña electoral había habido tanta diferencia entre los mensajes y las estrategias diseñados por los partidos en la primera y en la segunda semana. El vuelco ha sido espectacular. Al principio, el PP se las prometía felices, pero el escándalo del lino le obligó de inmediato a intensificar la presencia de Aznar, que ha tenido actos públicos casi todos los días, pasando a un segundo plano la candidata europea Loyola de Palacio. Las últimas encuestas publicadas daban a la ex ministra de Agricultura una cómoda ventaja sobre la cabeza de cartel socialista, Rosa Díez, pero en menor medida de lo que esperaban los populares. De ser casi una desconocida para los españoles, Díez ha conseguido que su grado de popularidad haya ido creciendo rápidamente. Aun así, y tras los duros calificativos que unos y otros se han cruzado en esta campaña, los grandes partidos apresuraban anoche sus cuentas. Los populares consideraban favorable para sus posiciones que la participación no suba más allá del 65%, ya que cada punto hacia arriba previsiblemente beneficiaría a la izquierda.

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Una recta final marcada por la crispación y el cruce de descalificaciones
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