España avanza hacia las medallas
La selección de balonmano gana con eficacia a Francia y pasa a las semifinales del Mundial
España logró la difícil sencillez de dos huevos con jamón en su punto justo para imponerse al elaborado juego de alta cocina que suelen exhibir los franceses. La victoria, sin brillo pero con eficacia, supone el pasaporte para los Juegos Olímpicos de Sidney, y rompe el muro del quinto puesto en los Mundiales. Hoy, tras celebrar el cumpleaños de la infanta Cristina, a quien se esperaba anoche en El Cairo, los jugadores españoles (entre ellos su esposo, Iñaki Urdangarín) prepararán la semifinal de mañana, frente a Rusia que se impuso a Egipto (26-20). Los otros semifinalistas serán Suecia (que ganó a Cuba ayer 33-26) y Yugoslavia (22-21 a Alemania).
Los sibaritas del balonmano suelen disfrutar con Francia. Las genialidades del central Richardson, la potencia del lateral Stoecklin y la elegancia del pivote Kervadec son los principales ingredientes de muchas jugadas ensayadas, con abundantes cruces y filigranas. Algo así como el Gigue de chevreuil rôti aux poires au vin et concombres au beurre (Pernil de corzo asado con peras al vino y pepinos a la mantequilla). Pero el portero Barrufet y la defensa española no estaban ayer para fiestas grastronómicas; incluso había alguno, como Shepkin, que se levantó con el problema estomacal que ya se denomina "el mal de Ramsés", por la abundancia de afectados. Pero el pivote de origen ucranio cortó la duda de raíz cuando el seleccionador le preguntó al respecto: "Tranquilo, Juan de Dios . Yo, tapón y a jugar".
ESPAÑA 23
FRANCIA 18ESPAÑA: Barrufet (portero), Guijosa (6, cuatro de penalti), Lozano (5), Duishebáiev (2), Urdangarín (4), C. Ortega (3), Shepkin (1) -equipo inicial-, Ugalde (1), Urdiales, Olalla, Juancho Pérez (1) y Núñez (portero). Excluidos: Urdangarín (dos veces) y Ugalde. FRANCIA: Gaudin (portero), Golic (2), Fernández (5), Richardson (2), Stoecklin (5, uno de p.), G. Gille (1), Kervadec (2) -equipo inicial-, Burdet (1), Wiltberger, Puigsegur, Joulin y Delattre (portero). Excluidos: Gilles, Burdet y Kervadec. Árbitros: Péndic y Maistórovic (Yugoslavia). Marcador cada cinco minutos: 4-1, 5-3, 8-4, 9-5, 11-7, 12-9 (desc.), 14-11, 16-11, 17-14, 19-15, 21-18 y 23-18. Cairo Stadium; 5.000 espectadores.
Barrufet estuvo inmenso, con 19 paradas (incluidos 3 penaltis). A ello hay que añadir su capacidad de amedrentamiento, como reconoció Richardson tras la ducha: "El poder psicológico de Barrufet ha sido una de las claves del partido".
A todo esto, la primera parte fue de juego bronco y feo. Román optó por un sistema inusual: renunció al joven talento de Entrerríos -"es que dio un bajón en los últimos partidos y creo que el de hoy no es el adecuado para él", explicó el seleccionador español- y utilizó con frecuencia al extremo Carlos Ortega como lateral.
Además de algunas pérdidas de balón y de fallos tácticos, la circulación era corta (ningún gol desde las alas en la primera mitad); y el menú, poco variado: pases al gran Shepkin (2,10 de estatura y siempre peligroso) en busca de gol, penalti o exclusión por dos minutos; y cruces para que Lozano o Iñaki Urdangarín lograsen posiciones de lanzamiento. Sin embargo, se saciaba el hambre: 12-9 en el descanso.
Después hubo algún apurillo (17-15) porque los franceses Stocklin y Fernández confirmaron su calidad como artilleros, pero el ataque español ya se veía más fluido, aparte del festival Barrufet. Lozano pudo mostar ante su novia, que ha viajado a El Cairo para presenciar los partidos, un excelente nivel de juego; y Urdangarín lució su alegría ante la inminente llegada de su esposa, la infanta Cristina. Mucho antes de que el duque de Palma firmase el definitivo 23-18, los franceses ya habían dejado de cocinar.
Román, extremeño él, admitió su felicidad y los errores cometidos, subrayó que la defensa y la forma física de España habían marcado la pauta, se emocionó poco antes de abrazar al embajador de España, Alfonso Ortiz, y citó el comienzo de una comida típica de su tierra para celebrarlo: salmorejo y huevos con jamón y migas. Pero el banquete aún no ha terminado.
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