Madrid-París en tren
Tomo el tren Francisco de Goya en Chamartín con destino París y se repite la misma sensación que tuve el mes de enero: el trayecto nacional (Buitrago de Lozoya-Aranda de Duero-Burgos) al que estaba habituado se ha transformado. De repente veo las murallas de Ávila, Medina del Campo y, por fin, Valladolid, capital de Castilla y León. Resultado: un recorrido que se prolonga innecesariamente, con una desviación de alrededor de 150 kilómetros, un estado de las vías no adaptado a la velocidad del Talgo, prolongación de la duración del viaje (se sale más pronto y se llega más tarde). ¿Será la aplicación del principio de eficacia en la prestación de los servicios públicos? ¿Los cambios políticos deben afectar a los itinerarios ferroviarios hasta el punto de terminar en algo así como "la Renfe c"est moi"? ¡Qué razón tenía nuestro admirado Jardiel Poncela cuando se refería a París-Londres-Nueva York pasando por Cercedilla!-