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Tribuna:PATÉ DE CAMPAÑA
Tribuna
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En el Banco del Tiempo, con Imma AGUSTÍ FANCELLI

Séptimo día. Hoy: en el Banco del Tiempo, con Imma Mayol. ¿Qué es el Banco del Tiempo? Nada que ver con Les amoureux des bancs publics de Brassens. De hecho, no es una canción francesa, sino italiana. Pongamos: Quella sera a Milano era caldo. En realidad el Banco del Tiempo tampoco es una canción. Es una conferencia en el centro cívico del Guinardó a cargo de Imma Mayol. A Imma Mayol yo podría haberla conocido a finales de los setenta, en la Universidad de Bolonia. Nacida en Trieste -de ahí ese rubio intenso y esos ojos azul glaciar, austriacos-, habría emigrado a la capital roja para cursar la universidad. Por aquel entonces ya pertenecía a la FGCI, la federación juvenil del PCI, y al Circolo Donne. Y, aunque de forma mucho más liada, ya decía cosas como las que esta mañana razona. Recuerdo efectivamente que en aquellos tiempos, cuando era que no, las chicas de Trieste que estudiaban en Bolonia decían a los chicos que se suponía que también estudiaban en Bolonia que necesitaban tiempo para "gestire i suoi spazi", para gestionar sus espacios. Lo que las chicas de Trieste entendían por esos "spazi" no solía coincidir con lo que pensaban sobre los mismos los chicos. Mientras éstos resumían interiormente con un lacónico "avui, no toca", mucho antes de que Pujol nos robara la expresión, las chicas de Trieste remitían con la mirada ensoñada a algo mucho más profundo, poético, prohibido y, en consecuencia, apetecible. Hoy, una Imma Mayol madura, convertida en profesional de éxito, explica pedagógicamente en el Guinardó en qué consisten esos "spazi". Y lo hace sirviéndose de un ejemplo muy tangible: el Banco del Tiempo. Es ésta una organización financiera de los vecinos de Horta-Guinardó (teléfono 93 450 39 87) que no funciona con dinero, sino con tiempo: se invierte tiempo y se obtienen beneficios en tiempo. Por ejemplo, una persona es capaz de coser botones, mientras mira la tele, pero en cambio, el martes, por lo que sea, no tiene tiempo para ir a buscar a los críos al cole. Y hete aquí que otra persona detesta el dedal, pero en cambio se airea un montón escuchando a los niños comentar los Teletubbies cuando, el martes, salen del cole. Pues bien, el Banco del Tiempo actúa como una bolsa: pone en contacto la oferta con la demanda. Imma Mayol dice que esta experiencia piloto es una manera de extender a la sociedad las nuevas relaciones familiares, de construir la "casa-ciudad" del futuro. Aquí vuelve a dar para el pelo a los chicos, pues constata que de las 70 personas apuntadas al banco, sólo 15, ejem, son chicos. Las mujeres, concluye, son más generosas y están más acostumbradas a ceder su tiempo a los demás. Entonces el banco del tiempo se me transforma en túnel, y veo a Imma a finales de los setenta, en la Via Zamboni, diciéndole a un chico que necesita tiempo para "gestire i suoi spazi". De golpe lo entiendo todo. Lo único que me sorprende es que ahora se le ha pegado un curioso acento mallorquín. Seguramente eso le ocurrió en un curso de Rosa Sensat al que se apuntó cuando ya preparaba su tesi di laurea, la licenciatura.

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