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Un descenso al pasado

El hallazgo de la bajada a un subterraneo abre interrogantes sobre la estructura de la iglesia de la tumba de Velázquez

Vicente G. Olaya

Los arqueólogos de la Consejería de Cultura que excavan la plaza de Ramales han efectuado en los últimos días dos nuevos y espectaculares hallazgos: indicios de un grupo de tumbas intactas bajo el pavimento de la desaparecida iglesia de San Juan -templo donde se enterró al pintor Diego de Silva y Velázquez en 1660- y una pronunciada bajada -posiblemente una escalera- que llevaría hacia un subterráneo hasta ahora desconocido.Los técnicos, que tardarán algunos días aún en determinar la importancia de los hallazgos, se muestran especialmente ilusionados con el descubrimiento de los nichos. "Estamos convencidos", señalan fuentes de la Consejería de Cultura, "de que estas tumbas nunca fueron abiertas".

No obstante, y dado que los trabajos de desescombro de la cata abierta -la segunda que se practica en la plaza- aún no han acabado, los especialistas prefieren no levantar todavía el solado para sacar los cuerpos. Los arqueólogos basan su hipótesis de que estos nichos están intactos en que el pavimento que los cubre está completo -grandes losas de barro cocido en perfecto orden- y, además, en que una de las paredes del templo que corta verticalmente el solado conserva su enfoscado original, tanto en la parte superior como en el tramo que se adentra entre las baldosas.

Pero los hallazgos no paran aquí. Entre el pavimento desenterrado y el extremo de la cata existe un desnivel de más de un metro y medio (véase gráfico). Una pronunciada bajada, que podría corresponder a los restos de una escalera, une las dos alturas. Sin embargo, las fuentes consultadas no se atreven a confirmar la existencia de la escalera. "Si existe aún, está tapada por el escombro", señalan.

En lo que la Consejería de Cultura no tiene dudas es en que esa bajada -sea escalera o no- desemboca en una estructura arquitectónica enfoscada. Ahora bien, los técnicos ignoran de qué tipo de cámara, subterráneo o galería se trata. Aquí, las hipótesis se disparan. Si fuera una galería, ¿adónde conduce? ¿Al cercano Palacio Real, a alguna construcción de la plaza? También puede tratarse de un viaje de agua del que no se tenía constancia documental o -la hipótesis más atrayente- de una cripta del templo.

Esta última suposición, de confirmarse, significaría que los planos que Gómez de Mora levantó del templo en el siglo XVII no se corresponden con exactitud con la planta original del templo, por lo que ahora estarían apareciendo estructuras de las que no se tenía ninguna constancia, incluida esta nueva cripta.

"Es posible", indican desde la consejería que dirige Gustavo Villapalos, "que Gómez de Mora trazase sus planos para algún evento concreto: un bautizo real, por ejemplo. En ese caso, el arquitecto se limitó a representar con exactitud la parte del ábside y del altar mayor, y trazó a vuela pluma la parte posterior, precisamente donde ahora estamos excavando. Digamos que el arquitecto hizo un plano para el protocolo real que no representa la realidad arquitectónica del edificio. De ahí que si los dibujos de Gómez de Mora no son exactos, no sepamos a ciencia cierta qué estamos encontrando bajo el subsuelo, y que se haga necesario abrir más pavimento para resolver el nuevo enigma".

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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