En el mercado, con Fisas y Piqué AGUSTÍ FANCELLI
Segundo día de campaña. Hoy, el mercado de Lesseps con el trío Calavera: Santiago Fisas, Josep Piqué y Enrique Lacalle (When did I see you last time?, cantaba Sinatra y, si no lo hacía, bien que hubiera podido). Tres hombres, pues, con aspecto de ir al mercado todos los días. Véanlos cómo se equipan. Fisas viste americana de lana fría, camisa rosada de cuello duro -muy práctica: puede llevarse con corbata o sin y quedas bien igual- y pantalones beis. Mocasines marrones. Piqué ha prescindido de la americana: camisa azul marino y pantalones de algodón oscuros. Zapatos de hebilla lateral. Enrique Lacalle va con una americana azul marino, polo blanco y pantalón beis de dobladillo exterior. Mocasines marrones. Algunas conclusiones: La droite, quand elle va au marché (Brel, y si no, lo mismo de antes), no gasta corbata y detesta los zapatos con cordones. Tampoco se pone prendas de lino, pero eso es con independencia de si va al mercado o no. Ocurre que los coordinadores de seguridad de la campaña las desaconsejan vivamente por no ser material ignífugo garantizado. Les copains d"abord (Brassens, ésta sí): recién duchados, frescos como rosas, con la piel brillante y fina, los tres se palmean la espalda en plena calle de Verdi (Amami, Alfredo!, Terenci Moix, ésta también) y proceden al cortadito previo en el bar Manel, ya dentro del mercado. El Manel es un hombre de la terra endins que no sabe quién es Fisas, ha visto alguna vez a Piqué por televisión y considera que la Rahola no sacará ni un voto. Pese a ello, sirve los cortados con admirable entereza. El trío de la elegancia se lanza al cabo a la aventura de los puestos, que es a lo que ha venido. Se nota que Piqué y Fisas son novatos, pues empiezan del lado de las pescaderías, donde dar la mano resulta muy arriesgado: las dependientas llevan guantes de caucho pringados de tinta de calamar. Como Lacalle ya lo sabía, el muy pillín se ha quedado en un discreto segundo plano. "Hola, sóc Fisas, vols les meves propostes?", va diciendo el candidato por verdulerías y carnicerías, mientras las verduleras y las carniceras le dicen a Piqué que está mejor al natural que en la tele y que aguante la que está cayendo. Pobre Fisas, tan ricamente como estaba él en el golf de Sant Cugat y el Liceo y mira cómo tiene que verse ahora. Pero el hombre se esfuerza. Promete a una señora que se aplicará para ponerle un microbús que salve las temibles cuestas de la parte alta de Gràcia y a un señor que procurará hacer limpiar debidamente un paso subterráneo por debajo de la Travessera de Dalt que, al parecer, da asco. De nuevo en la calle. Aglomeración informativa. Piqué pone cara de presidente de compañía de hace muchíiiisimos años y declara que no sabía nada de que una compañía que presidía hace muchíiiisimos años hubiera pagado 150 millones de pesetas más IVA a nadie (véase sección pertinente para ulteriores aclaraciones). Entre los periodistas y la furgoneta electoral cruzada en plena acera, las señoras que suben la cuesta de Verdi arrastrando el carrito de la compra maldicen su destino (Putain de toi!, Brassens, naturalmente).
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