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Doña Fortuna, don Dinero y Juan Soldado

Bastan unos ejemplos para gozar del estilo ágil y expresivo de Fernán Caballero. La descripción de los dos protagonistas del cuento Doña Fortuna y don Dinero es difícil de mejorar. "Era don Dinero un gordote rechoncho, con una cabeza redonda de oro del Perú, una barriga de plata de Méjico, unas piernas de cobre de Segovia y unas zapatas de papel de la gran fábrica de Madrid. Doña Fortuna era una locona, sin fe ni ley, muy raspagona [descarada], muy mala, rala, y más ciega que un topo". Cuentos como Juan Soldado y La suegra del diablo fueron conocidos por los niños de distintas generaciones. El encuentro de Lucifer y el simpático Juan Soldado es otro ejemplo de calidad. "Así fue que apenas se presentó Lucifer, echando fuego por los ojos y cohetes por la boca, plantósele Juan Soldado delante con muchísima serenidad y le dijo: -Compadre Lucifer: Juan Soldado no teme ni debe, para que lo sepas. -Lo que has de saber tú, fanfarrón tragaldabas, es que te voy a meter en el infierno en un decir Satán- dijo bufando Lucifer". Juan Soldado lo metió en el morral. "Y por más que Lucifer se repercutó; por más que se repeló, se defendió y se hizo un ovillo; por más que bramó, bufó y aulló, al morral fue de cabeza sin que hubiese su tía". A continuación, el protagonista le arrea una somanta de palos al diablo. "Juan Soldado trajo un mazo y empezó a descargar sobre el morral cada taramazo que hacía hoyo, hasta que dejó a Lucifer más aplastado que un pliego de papel", escribe Fernán Caballero. El diablo al llegar al infierno ordena que tapen todas las entradas para que no pueda colarse Juan Soldado y le dé una nueva tunda. Al final, Juan Soldado entra en el cielo tras amenazar a San Pedro con meterlo en su morral.

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