Lenguas y trabalenguas
XABIER ZABALTZA Franco hablaba gallego, al que identificaba con el portugués. Don Pelayo, héroe del nacionalismo español, no hablaba una palabra de castellano. La lengua materna de los hermanos Arana Goiri, fundadores del nacionalismo político vasco, era en cambio el español. La "lingua navarrorum" era el vascuence, pero el "lengoage de Navarra" era el romance navarro, gemelo del castellano. El abuelo del actual presidente del Gobierno español, el navarro Imanol Aznar, hablaba euskara y en su juventud utilizó el seudónimo Gudalgai ("el que quiere ser soldado"; se entiende, por la independencia de Vasconia). Carlomagno despreciaba el bárbaro dialecto romance que poco después empezaría a ser denominado francés. En 1789 sólo el 13% de la población de Francia hablaba francés correctamente. Charles De Gaulle, tío del general francés del mismo nombre (aunque aquél firmaba Charlez Vro-C"hall), es una de las figuras señeras del nacionalismo lingüístico bretón. La lengua materna de Napoleón Bonaparte, creador del Primer Imperio francés, era el corso, a fin de cuentas un dialecto italiano. Cavour y Víctor Manuel, fundadores de la Italia moderna, malhablaban italiano y se expresaban con mucho mayor soltura en francés. Los primeros nacionalistas checos, Dobner, Pelzel y el mismo Palacky, hablaban mejor en alemán, idioma del invasor, que en aquél cuyos intereses pretendían defender. Hitler es un apellido de origen checo, no alemán. Los primeros prusianos no eran un pueblo germánico sino báltico, siendo su lengua semejante al lituano y al letón. "Ario" es un concepto lingüístico, no racial: los nazis asesinaron a varios cientos de miles de auténticos descendientes de los antiguos arios, llamados comúnmente gitanos. Para más inri, según Szemerényi, la palabra "ario" es un préstamo semítico en indoeuropeo (ugarítico "áry-" = "pariente, compañero"). Theodor Herzl, fundador del sionismo político, desconocía los esfuerzos para recuperar el hebreo como lengua hablada e imaginó un Estado Judío plurilingüe en el que el alemán sería hegemónico. El serbio y el croata son el mismo idioma e incluso, según Marija Gimbutas, las palabras "serv" (serbio) y "hrv(at)" (croata) podrían estar relacionadas etimológicamente. Varios de los primeros nacionalistas griegos, por ejemplo Rigas Velestinlis y Ioannis Kolettis, eran en realidad valacos (esto es, rumanos) helenizados. Algunos de los padres de la independencia norteamericana pretendieron que el griego clásico fuera la lengua oficial del nuevo estado: si hubiese sido aceptada su propuesta, la lengua de EE UU (y del mundo entero) sería hoy tal vez el griego en lugar del inglés. Los primeros nacionalistas irlandeses eran todos protestantes: fueron ellos, no los católicos, los que intentaron revivir el hoy moribundo gaélico. Islandia es el único Estado europeo en el que las fronteras políticas coinciden exactamente con las lingüísticas (y eso suponiendo que el feroés, hablado en Dinamarca, no sea un dialecto islandés). Todos los escritos de Snellman, principal ideólogo del nacionalismo cultural finlandés, están redactados en sueco. Riúrik, considerado el fundador del primer estado ruso, era un varego de lengua escandinava. Varias de las lenguas túrquicas de la antigua Unión Soviética (kazajo, kirguiz, uzbeko...) fueron creadas por decreto por Stalin para debilitar el movimiento panturquista. Los míticos turanios, supuestos antepasados de los turcos, eran en realidad iranios y su lengua, parecida al kurdo. La madre del principal teórico del nacionalismo turco, Ziya Gökalp, era kurda y él mismo hablaba la lengua cuya existencia niega ese nacionalismo. La madre de Abdullah Ocalan, líder del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), es turca y él mismo se expresa habitualmente en el idioma del "genocida". Una gran parte de los escritos atribuidos a los diez gurús del sikhismo, no están en panjabi, la lengua sagrada, sino en formas dialectales de hindi, la lengua del "enemigo" hindú. Ali Jinnah, padre del Pakistán, era incapaz de dirigirse al público en urdu, la lengua nacional, y se hacía acompañar de un intérprete a sus mítines. Etc., etc., etc. Por cierto, ¿quién dijo que la lengua es la máxima manifestación del carácter de una nación?
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.