"La oferta del G-8 es una base para negociar en la ONU cuando cesen los bombardeos"
ENVIADO ESPECIALYugoslavia está dispuesta a negociar un acuerdo en el marco de Naciones Unidas que garantice plena autonomía a los albanokosovares, pero no está dispuesta a reconocer el derecho a la secesión de Kosovo ni a admitir un protectorado internacional sobre el territorio. Tampoco está dispuesta a que la resolución que en su día apruebe el Consejo de Seguridad de la ONU se acoja al capítulo 7 de la Carta de Naciones Unidas, que autoriza al empleo de la fuerza. "Eso sería tanto como legalizar la agresión que sufre mi país", afirma el embajador Vladislav Jovanovic, representante de Yugoslavia ante Naciones Unidas.
En una entrevista concedida a EL PAÍS, el embajador mantiene que la propuesta formulada por el G-8 (los siete países más industrializados del mundo y Rusia) en Alemania es una base de partida para negociar un acuerdo en la ONU, y concede especial importancia a la visita que esta semana realizará a Belgrado el negociador ruso Víktor Chernomirdin. "Ésta puede ser una semana importante".
Jovanovic es el diplomático de más alto rango que Yugoslavia mantiene en EEUU, ya que su Gobierno rompió relaciones con Washington a poco de comenzar los bombardeos. Mientras las bombas arrecian sobre Yugoslavia, desde su despacho forrado de madera -un regalo de los herederos del financiero Cornelius Varderbildt al mariscal Tito-, en el primer piso de una elegante casa situada en la Quinta Avenida desde donde se contempla el Central Park de Nueva York, la tragedia de la guerra parece un punto irreal. Aunque no mantiene contactos directos con la Administración estadounidense, sí cambia impresiones con fundaciones y centros de estudios internacionales que tienen hilo directo con el Departamento de Estado o la Casa Blanca.
Pregunta. Si al final tiene que haber un acuerdo, ¿por qué no aceptaron la propuesta de Rambouillet?
Respuesta. Porque suponía aceptar la independencia de Kosovo después de un periodo interino de tres años. Además, no se nos dio ninguna opción. O aceptábamos las condiciones o seríamos atacados. Nuestras propuestas de ampliar la autonomía para los albanokosovares fueron rechazadas sin estudiarlas. Lo más parecido a lo que pasó en Rambouillet fue lo que hizo Hitler con Checoslovaquia en el asunto de los Sudetes. Si Praga no cedía, atacaría. Nosotros tenemos una tradición de resistir a los ultimatos. Lo hicimos en 1914 frente al imperio austrohúngaro, tras el asesinato del archiduque Francisco Fernando; lo hicimos frente a Hitler cuando pidió permiso para que sus tropas cruzaran Yugoslavia. Nos negamos y resistimos. Como resistimos el ultimátum de Stalin en 1948. Rambouillet es un capítulo más.
P. ¿Puede algún país resistir militarmente a la OTAN?
R. Es una locura someter a un país, empobrecido por el embargo, a este castigo salvaje. Es la primera vez en la historia que un país es sometido a un bombardeo tan salvaje sin haber agredido a otro país soberano, sino por la forma que está abordando un problema interno. Es un auténtico genocidio.
P. El genocidio de kosovares es lo que estudia el Tribunal Internacional para crímenes de guerra de La Haya y los acusados son serbios.
R. Déjeme decirle que ese tribunal ha sido un instrumento para presionar a Yugoslavia en la guerra de Bosnia y está sometido a una fuerte influencia de Estados Unidos, que es el que aporta gran parte de la documentación y lo financia en gran medida. Si el tribunal tiene que ocuparse de lo que pasa en Kosovo, la OTAN tendrá que ser la primera en responder por su agresión, por esta guerra ilegal. Y le recuerdo que el estatuto del tribunal no admite conceptos como "daños colaterales" o "accidentes".
P. Pero hay testimonios fehacientes de crímenes y matanzas en Kosovo, además de la expulsión de la población de origen albanés.
R. Los crímenes que se hayan cometido no son obra del Ejército o las fuerzas de seguridad, sino de grupos paramilitares incontrolados que aprovechan las guerras para robar, asesinar, violar. Antes del 24 de marzo, antes de que comenzaran los bombardeos, no había ninguna salida masiva de la población. Cuando comenzaron, la gente huyó en todas direcciones. Hacia Albania, hacia Macedonia, pero también hacia Montenegro y hacia Serbia. La gente huye de la guerra, de las bombas. Lo demás es propaganda de guerra.
P. Las condiciones de la OTAN son claras. ¿De qué depende que se alcance un acuerdo?
R. Lo que nos piden es una capitulación. Están destruyendo el país para que capitulemos. No atacan sólo objetivos militares, sino que se está privando a la sociedad de los medios básicos de supervivencia. Fábricas de fertilizantes, de lavadoras, de automóviles, la red de carreteras, autopistas, puentes, edificios públicos. ¿Es el Ministerio de Asuntos Exteriores un objetivo militar? Las estaciones de televisión y las radios, no sólo las públicas, sino las privadas, están siendo destruidas.
P. ¿Es usted pesimista entonces sobre la posibilidad de un acuerdo?
R. La propuesta del G-8 es una base de partida para abrir una negociación en las Naciones Unidas una vez que cesen los bombardeos. No puedo decir que sea pesimista ni optimista. Creo que países como Rusia, China o India no pueden permitir que la OTAN, que no es otra cosa que el brazo militar de EEUU, se convierta en el policía del mundo. En Rambouillet no era posible aceptar su propuesta; lo sabían, pero querían destruir el único Ejército europeo que no mantiene relaciones con las estructuras de la OTAN. Querían debilitar, desestabilizar Yugoslavia, acabar con su Gobierno. El conflicto de Kosovo no tiene nada que ver con la minoría albanesa. Es un conflicto para consolidar la hegemonía norteamericana en Europa y en los Balcanes. La OTAN quiere permanecer indefinidamente en Kosovo. El llamado protectorado internacional es un sinsentido. Kosovo es parte de Yugoslavia.
P. Pero la comunidad internacional garantiza la integridad territorial de Yugoslavia. Lo que se exige es respeto a los derechos de las minorías nacionales.
R. En Europa hay cientos de minorías nacionales que tienen derecho a que se respeten sus derechos. En Yugoslavia tenemos muchas minorías nacionales. Pero no reconocemos el derecho a la autodeterminación, el derecho a la secesión. No reconocemos al millón de albanokosovares el derecho a crear su propio Estado. ¿Se reconoce a los kurdos, que son 20 millones, el derecho a tener su propio Estado? ¿Qué me dice de España? Asistimos a la apoteosis del doble estándar. Se dice que se respeta la integridad territorial de Serbia y Yugoslavia, pero quieren que Kosovo tenga derecho a la secesión.
P. ¿Cuáles son las condiciones para que haya un acuerdo?
R. Ya hemos anunciado que estamos dispuestos a conceder la máxima autonomía política a la población de origen albanés; que estamos dispuestos a que regresen a Kosovo todos aquellos que sean ciudadanos yugoslavos. Pero los norteamericanos insisten en que sus fuerzas deben desplegarse en Kosovo antes del regreso de los refugiados. Los mantienen fuera de Kosovo, intimidados, les dicen que no regresen antes de que ellos se desplieguen. La inseguridad en Kosovo no la creamos nosotros, sino las bombas. Si los norteamericanos quieren, estamos listos para negociar un acuerdo político. Ahora, si quieren tener un presencia militar en Kosovo y extender su influencia militar en otras partes de Yugoslavia, ésa es otra cuestión. Temo que ése sea su proyecto, que quieran penetrar militarmente en Yugoslavia y ponerlo políticamente bajo su control. La crisis de Kosovo es sólo una excusa.
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