El verbo incontinente
Las salidas de tono y la confusión entre lo público y lo privado han marcado el mandato de Gabriel Díaz Berbel, el alcalde de Granada
,El mérito que ha prestado más notoriedad al alcalde de Granada, Gabriel Díaz Berbel (PP), dentro y fuera de su provincia en los últimos cuatro años, está relacionada con su incapacidad para contener la lengua. Otro alcalde habría arruinado su carrera de inmediato; él no. Sus impetuosas declaraciones, casi siempre seguida de un ligero acto de contrición, le han ocasionado disgustos pero también le han servido para sustentar una peculiar campechanía y hacer frente a los contrincantes incluso en su partido.En 1995 desfiló en la procesión de la Virgen de las Angustias y sentenció: "No hay granadino bien nacido que no sienta nada ante su patrona". En 1996, tras leer un manifiesto en contra de la conmemoración de La Toma de Granada por los Reyes Católicos, recomendó a los firmantes: "El que quiera ponerse un turbante que lo haga en la cabalgata de Reyes Magos". En 1997 la familia real saudí lo invitó a él, a su familia y a un grupo de amigos a visitar el país. A su regreso, ante las críticas de la oposición, dijo que él había ido a Arabia Saudí a sacar provecho para la ciudad al contrario de otros "que van a Cuba a algo inconfesable, aprovechándose de la pobreza". Hace pocas semanas, en fin, el alcalde calificó a los granadinos que boicotearon la colocación de un monumento a Bill Clinton como "vándalos que no merecen vivir en esta ciudad".
Sus salidas de tono no se han circunscrito a actos relacionados con el gobierno de la ciudad. Su incontinencia ha suscitado el mismo escándalo entre sus compañeros de partido. En octubre de 1997 amonestó en público al entonces secretario del PP andaluz, Javier Arenas, porque su labor en el Ministerio de Trabajo le impedía atender con la debida eficacia los asuntos internos del partido. Los ocho secretarios provinciales del PP le mandaron una carta de reprobación. Hace unos días, durante la compleja elaboración de la lista para el Ayuntamiento, descalificó a varios de sus concejales. Uno de ellos, el de Economía, se presentó en la alcadía con un notario para que repitiera los comentarios que había hecho en privado.
Toda esta sarta de controversias no parece haber hecho mella en sus expectativas electorales, quizá porque su fluidez verbal es parte de un carácter llano, a veces chocarrero o chabacano, pero de un paradójico atractivo para parte del electorado. Díaz Berbel suele opinar ante los periodistas con la libertad de cualquier vecino en una tertulia de café. Opina y actúa.
Su debilidad principal consiste en confundir la tarea pública con la privada. Alega que es imposible dejar de ser alcalde en cualquier circunstancia. Si, por ejemplo, va a visitar a su hija a Ecuador ¿ya no es alcalde? Cuestiones como ésta han originado episodios curiosos, como la apertura de una vía de relación con el Gobierno del estado malayo de Kelantan y su mediación, desautorizada por el Ejecutivo español, para vender aviones a Arabia Saudí. Tras ganar las elecciones contrató a varios familiares para ciertos puestos. El mayor alboroto se desató el año pasado cuando Aguas de Barcelona, que había ganado el concurso de privatización de la empresa municipal del agua, ofreció a su yerno un contrato para un puesto directivo.
Pero el alcalde sabe que él es la única persona que puede volver a ganar las elecciones en Granada. Por eso no se preocupa en controlar su desbordante personalidad, tanto en la alcaldía como en el partido. Además, siempre cabe la posibilidad de ofrecer disculpas, como lo hizo hace un mes tras una tremenda disputa con sus compañeros para la elaboración de la candidatura: "Soy vehemente, todo conocen mi carácter y ése es mi defecto, quizá no piense las cosas antes de decirlas. Si alguien se ha sentido ofendido en estos días de extrema tensión le pido perdón, tanto a los granadinos como a los compañeros de partido".
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