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BALONCESTO Final de la Liga ACB

El Barça gana la Liga por unanimidad

El equipo de Aíto vence por cuatro puntos al Caja San Fernando y cierra la final

Luis Gómez

Puede decirse que el Barcelona ha ganado esta Liga por unanimidad, sin conocer la derrota en toda la fase final, a través de nueve partidos que ha resuelto de forma indiscutible. Ha sido el mejor, el más completo, el más brillante cuando ha alcanzado el estado de gracia, pero también el más duro cuando ha sido necesario y convenía poner cara de pocos amigos. Aíto regresa a las canchas para seguir sumando títulos y hay que reconocerle que ha fabricado un modelo realmente intratable. Esta fase final ha estado marcada por la superioridad indiscutible del Barça, en un grado desconocido en los últimos años. Ejerció de campeón con mucha antelación, en los papeles, en los pronósticos y, desde luego, en la cancha. En el papel de meritorio, el Caja San Fernando tenía la ingrata tarea de disputarle una final a este equipazo, ingrata porque, hiciera lo que hiciera, debía actuar ante la incredulidad general. Nadie en su sano juicio podía apostar un duro por el pellejo del equipo andaluz, por más que el técnico Imbroda tratara de vender el derecho del sur a meter la cabeza en el reparto de los grandes títulos deportivos. Lo de Imbroda quedaba muy bien a efectos dialécticos, pero puestos sobre la cancha ambos equipos, teniendo en cuenta sus antecedentes tanto técnicos como estadísticos, puestos incluso físicamente en comparación, sus opciones eran algo menos que escasas: el Barça ganaba por talento, por superioridad numérica, por envergadura y, cómo decirlo, hasta por musculatura.En esas condiciones, dada la desventaja en el marcador global, era previsble que el Caja tratara de impresionar a su rival desde el primer segundo, bien corriendo más de la cuenta, bien ayudándose del calor ambiental. De lo contrario, estaba sentenciado. Turner entendió bien ese estado de necesidad y respondió al reto. Conscientemente acelerado, quiso establecer a su favor las condiciones del partido: en su primera acción anotó un triple al tiempo que el banquillo saltaba enfurecido como si se tratara de la última canasta del partido. Otra canasta más sirvió para caldear el ambiente. El Caja estaba dispuesto a alargar el desenlace: no había firmado la rendición.

CAJA S

FERNANDO 56BARCELONA 60 Caja San Fernando: Turner (19), Anderson (3), Smith (6), Scott (12), Romero (2), Bosch (5), Odriozola (4), Kornegay (5), Salva Diez (0). Barcelona: Djordjevic (13), Esteller (6), Gurovic (2), Alston (18), Rentzias (4), Rodríguez (3), De la Fuente (6), Dueñas (7), Xavi Fernández (1). Árbitros: De la Maza, Martín Bertrán y García Ortiz. Palacio de Deportes de Sevilla. 7.900 espectadores. Tercer y último partido de la final de la Liga ACB. Campeón, el Barcelona, por un global de 3-0.

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Sin embargo, el camino iba a ser necesariamente largo, muy largo. Este proyecto de Aíto es un equipo con una capacidad indiscutible para recuperarse de cualquier situación adversa, dotado además de una sexta velocidad, de una suerte de capacidad de aceleración que los demás no tienen, que le permite resolver muchos encuentros en su fase de maduración. El Barça ha consumido a muchos rivales en cinco minutos de gracia, un periodo en el que ha resultado ser demoledor en esta fase final de la Liga. En ese momento, que puede sobrevenir inesperadamente, es letal, se escapa sin remedio.

A sabiendas de todo ello, el Caja puso fe en el empeño y recurrió a su defensa para tratar de someter al Barcelona de algún modo. Lo consiguió en buena medida durante la primera parte, en la que estableció un marcador bajo, pudo mantener cierto equilibrio en el rebote y vivir estrechas ventajas. Cuando atisbó un intento de escaparse (27-20, minuto 17), Aíto respondió con una zona que volvió el partido a su cauce (27-25). Turner había hecho cuanto estaba en su mano (14 tantos de los 30 del equipo), pero el Barcelona estaba en su sitio, a la espera de apretar el acelerador (30-27 en el descanso).

La hora de la verdad llegó justo al comienzo de la reanudación. El Barça no quiso esperar más. Cabía advertirlo en la mirada de sus hombres, en la tensión de sus músculos, el gesto asesino de Djordjevic, por ejemplo, anticipo de un triple. O la predisposición sin límites de De la Fuente, esa joya del baloncesto español, un chico con cara de buena persona que lo hace todo bien, incluso pegar si el guión lo exige. Esteller, también, dispuesto para lanzar un triple a pesar de su aspecto de leñador. O cualquier otro, que a este equipo le funcionan todas las piezas. Y, desde luego, Dueñas, clavado como un poste debajo del aro, como un molino de viento, tocándolo todo en su inmenso radio de acción. Este equipo no depende de nadie en particular, por lo que resulta difícil diagnosticarle un tratamiento preciso, fijarle un marcaje. Aíto disfruta desde el banquillo moviendo las piezas. Mejor dicho, echando más leña a la caldera.

El Caja tuvo el valor de dar la cara en esas circunstancias. Para eso tuvo que pegarse con un equipo que tiene, entre sus muchas cualidades, la de aceptar el cuerpo a cuerpo. El choque adquirió la intensidad propia de una final, la dureza exigible en un partido con el título en juego. Su defensa fue heroica, y el marcador da fe de ello, su lucha por cada rebote fue generosa, su ambición resultó irreprochable. El Barcelona no pudo escapársele esta vez, aunque estuviera un metro por delante en su derroche de medios. El paso del tiempo no disminuyó el grado de pelea de este equipo sureño, pero terminó siendo implacable: este Barcelona no admite concesiones.

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