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Decíamos ayer...

El 30 de mayo de 1998 -dentro de unos días hará un año- publicábamos en estas páginas un artículo, titulado Las Primarias, en el que se analizaban los resultados obtenidos por Borrell y se advertía del peligro que, para el recién elegido "candidato a la presidencia del Gobierno", iba a suponer el estado de división interna en que había quedado el PSOE tras esas "primarias". "El invento no ha servido para mucho" -decíamos. "De momento ha servido para crear problemas en el PSOE o, en su caso, para hacer aflorar problemas que existían latentes". Y finalizaba el artículo con estas palabras: "Una de las primeras condiciones que ha de requerir un candidato es que cuente, a la hora de presentarse a unos comicios, con el respaldo entusiasta de su partido. No parece que, por el momento, lo tenga Borrell... Si las cosas no mejoran y se recomponen, uno no descartaría, incluso, que llegase un momento en que el mismo Borrell, tal vez cansado y hastiado, renunciase a su candidatura si no ve un panorama despejado, libre de enfrentamientos y discusiones. Esperemos". Hemos esperado un año y ese momento ha llegado: la semana pasada, no sé si "cansado y hastiado" pero, en todo caso, sin ver "un panorama despejado", Borrell arrojó la toalla y el PSOE se ha quedado, de momento, sin candidato. Sin candidato "primariado". ¿Correrá el escalafón?. Joaquín Almunia quedó segundo en las primarias. ¿Será el sustituto de Borrell?. Alfonso Guerra parece que no está por aceptar esta sustitución. ¿Quién, entonces?. Almunia ha declarado que hasta que no pasen las elecciones autonómicas, municipales y europeas del día 13 no se abordará la elección del nuevo candidato que ha de sustituir a Borrell. El problema es que quedará poco tiempo para lanzar a la palestra a un político "nuevo". Quiero decir, no demasiado conocido por la masa de votantes del PSOE. Y que contase, por otra parte, con un respaldo sin fisuras de todas las "corrientes" o "sensibilidades" -como se dice ahora- en que está dividido el Partido Socialista. Todo parece indicar que, finalmente, tendría que ser Almunia el candidato, a pesar de las reticencias de Alfonso Guerra y sus seguidores. Así las cosas, y tanto en uno como en otro caso -fuese un candidato "nuevo", cosa difícil, o el propio Almunia- mucho me temo que tendrá que ser Felipe González quien salga a escena a respaldar, con su autoridad dentro del partido y, sin duda, su predicamento entre los votantes, al elegido. En este momento, encontrar un candidato que cuente con el respaldo entusiasta del partido, que genere una ilusión mayoritaria entre la familia socialista va a ser difícil. Al menos uno no lo adivina. Entre otras cosas, porque sólo de un congreso extraordinario podría salir con fuerza y con respaldo mayoritario el nuevo candidato que viniese a sustituir al dimitido Borrell. Pero, por lo visto, la convocatoria de un congreso ha quedado descartada. Uno tiene la impresión de que, entre la cúpula del PSOE, va calando la idea de que a las próximas elecciones generales se va a acudir con la resignación de que van a ser, para el partido, unas elecciones "de trámite", con la esperanza de ponerse a trabajar, una vez pasados los comicios, en la "recomposición" de la opción política. Que no tiene otro medio de llevarla a cabo sino es con la convocatoria de un congreso. Claro que, previamente, han de pasar el rubicón de las elecciones del dia 13 de junio -autonómicas, municipales y europeas- y los resultados que se obtengan en las mismas. Unos buenos resultados, o si se quiere, unos resultados aceptables, podrían crear un clima de ilusión que viniese a elevar los ánimos de la militancia y los dirigentes del partido. Que, por lo que uno advierte cuando habla con alguno de ellos, no están muy boyantes. Lo que sería preocupante es que encuestas próximas elecciones, los resultados fuesen desastrosos. La agudización de la crisis interna sería inevitable. Y en esas circunstancias... ¿cual sería el papel que jugaría Felipe González? No cabe duda que, a pesar de todo lo sucedido en los últimos años, Felipe González es todavía el mejor activo con que cuenta el PSOE. ¿Estaría dispuesto a "poner orden" aunando voluntades y ejerciendo su autoridad moral y política? Felipe González ha declarado por activa y por pasiva que no tiene intención de volver a presentarse como candidato a la presidencia del Gobierno. Pero... en una situación "in extremis", ¿podría avanzar un paso más y reconsiderar esa decisión?. Es un pronóstico aventurado contestar afirmativamente la pregunta. Esperemos, por tanto. Uno, personalmente, no descartaría la respuesta afirmativa.

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