Una belga en el país de la tramontana
Françoise Thèsin, de 35 años, candidata a la alcaldía de Avinyonet de Puigventós (Alt Empordà) por el PSC, asegura que se afilió a este partido por solidaridad. Corrían los años en que la oposición del PP se cebaba en los casos de corrupción socialista y el "váyase, señor González" se encontraba en su máximo apogeo. Ella y su marido, de sólidas convicciones socialistas, decidieron que su afiliación constituía la mejor manera de respaldar "a la mayoría honesta del partido". "No teníamos ningún contacto. Tuvimos un pronto, buscamos en la guía la dirección de la sede socialista de Figueres y fuimos a darnos de alta", explica. Esta súbdita belga nacida en Nivelles, una pequeña ciudad francófona, asegura que heredó su "sensibilidad socialista" como algo perfectamente natural. Su padre colaboraba con un organismo de análisis político izquierdista y las conversaciones en torno a los avances sociales eran habituales en su casa. "Mi abuelo fue de los que fueron a la huelga para reclamar vacaciones pagadas", recuerda. Cuando su progenitor fue destinado durante seis años a una empresa química brasileña, evitó la sobreprotección de la colonia de extranjeros y prefirió que la familia se instalara en la humilde aldea que proporcionaba la mano de obra a la fábrica. Thèsin compartió sus juegos con algunos niños procedentes de las favelas y confiesa que las cosas que vio durante esos años contribuyeron a robustecer su talante izquierdista. De vuelta a Bélgica, colaboró con asociaciones no gubernamentales, entre ellas Greenpeace y Amnistía Internacional, y cursó estudios de neurolingüística. "Es una especialidad que trata los problemas del sistema nervioso que afectan al habla o producen anomalías de la voz", aclara. Una beca de colaboración de nueve meses la llevó al hospital de Sant Pau, y el feliz encuentro con el que ahora es su marido la impulsó a quedarse en Barcelona. Los problemas que le acarreó tal decisión demuestran que, por aquellos años, la Europa sin trabas y sin fronteras quedaba todavía muy lejos. Por tres veces le denegaron el permiso de residencia, y entre otra abundante y compleja documentación llegaron a exigirle cartas de su jefe -trabajaba como secretaria- en las que éste atestiguara que su empleada le era insustituible. Thèsin prolongó su permanencia tanto como pudo; pero, puesta finalmente ante la disyuntiva de marcharse o casarse, optó por lo segundo. La atracción del ambiente bucólico de Avinyonet de Puigventós, donde los trinos armonizan con los cacareos, hizo que el destino habitual de muchos fines de semana del matrimonio pasara a convertirse en su lugar de residencia. "Dejamos el asfalto y la contaminación de Barcelona y ahora estamos muy apegados a la vida rural", explica Thèsin con un correcto catalán aprendido, según confiesa, de la televisión y que sólo se atrevió a empezar a usar cuando llegó a Avinyonet. "En Barcelona puedes vivir en castellano, la presencia del catalán es mucho menor", asegura. Hace unos seis meses la familia se completó con Julián, un niño de tres años que el matrimonio adoptó en Colombia y que el año próximo acudirá a la escuela del municipio, en la que estudian únicamente una decena de alumnos. La candidata socialista a la alcaldía de Avinyonet ya votó en las pasadas elecciones europeas y no ha desaprovechado la primera oportunidad que le ha dado la legislación española para presentarse a unas listas municipales. Ella misma confeccionó su candidatura con seis independientes que debió "ir a buscar y convencer". No le hace ascos a la posibilidad de convertirse en alcaldesa, aunque resta importancia al cargo -"no tiene sueldo ni dedicación exclusiva"-, y asegura que desearía que el resultado hiciera necesario un pacto entre las tres fuerzas políticas que se presentan (PSC, CiU y ERC). Cada lista conoce sus posibilidades en el núcleo del pueblo, pero la urbanización, que reúne la mitad de la población de un municipio de 500 habitantes, es la que puede inclinar la balanza.
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