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Virella reconcilia a Velázquez y Picasso en Cádiz en una exposición

El pintor sevillano Manuel Virella (Fuentes de Andalucía, 1944) no ha querido dejarse sorprender por la celebración del cuarto centenario del nacimiento de Velázquez. Estudioso y amante desde la infancia de la obra de su ilustre paisano, el artista, afincado en Cádiz desde los nueve años, se suma a la efemérides con una doble exposición que desde la pasada semana ocupa sendas salas de la galería Benot. La primera de estas muestras rinde homenaje a Velázquez con atrevimiento e ironía, trascendiendo la mera réplica para interpretar libremente la iconografía velazqueña que los siglos han ido acuñando en la mente del público. Cuadros emblemáticos como Las meninas, El príncipe Baltasar Carlos de caza, La Venus del espejo, Las hilanderas, El cardenal-infante Fernando de caza, Santa Rufina, La fragua de Vulcano o los retratos de las infantas María Teresa y Margarita son recreados con una técnica de impronta cubista, como si el pintor buscara un punto de encuentro entre el clásico Velázquez y la relectura que hizo en su día Pablo Ruiz Picasso. Sin embargo, Virella asegura haber querido "dar una visión ante todo personal del que para mí es maestro de maestros, en lo que supone de visión, capacidad y sentido de la modernidad. "Estoy muy satisfecho, no sólo con el resultado sino con el proceso, en el que he disfrutado mucho", explica el artista sevillano. El pintor afincado en Cádiz confiesa que su recreación de Velázquez se asienta en su respeto hacia el pintor del Siglo de Oro. "Desde niño, siempre he admirado la pintura de Velázquez, la expuesta en el Museo del Prado y la que puede verse en otros espacios de todo el mundo", manifiesta Virella. Motivos de "Las meninas" "Yo ya había trabajado mucho sobre los motivos de Las meninas, pero quise atreverme en esta ocasión con otros cuadros emblemáticos, siempre tratando de aportar algo nuevo, que es lo más difícil", comenta Virella. "En resumen, he tratado de imaginar qué haría Velázquez si viviera y pintara en la actualidad", recalca el pintor sevillano. La otra exposición la compone la serie Nocturnos gaditanos, una paisajística urbana escasamente explotada en la que Manuel Virella conduce al espectador, en un paseo de óleos de mediano formato, por las calles y plazas de esta ciudad. Se trata, en cierto sentido, de un "ejercicio de pintura", como lo define su autor, alentado por la voluntad de redescubrir la fisonomía de Cádiz "que Virella conoce bien y desde todos las perspectivas" en un sorprendente juego de luces y sombras. En conjunto, son una treintena de piezas que pueden ser contempladas por el público hasta el próximo día 4 de junio.

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